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#AIDS2022 Científicos indígenas alertaron sobre racismo en respuesta al VIH

Clive Aspin, de Te Herenga Waka/Nueva Zelanda, y Sean Hillier, de Tiohtiá:ke/Canadá, son indígenas y científicos que alertaron sobre el racismo en la respuesta al VIH en las comunidades originarias, no solo de sus países, sino del planeta, en un simposio de la Conferencia Internacional de Sida, llamada “¿Qué podemos aprender de la ciencia y la investigación indígena en la respuesta a los virus?”, en donde también manifestaron la importancia de las medicinas indígenas y de la reconexión de las personas indígenas con VIH con sus territorios, comunidades, culturas y lenguajes para alcanzar el buen vivir o, de acuerdo a la ciencia hegemónica occidental, la carga viral indetectable.

En los comentarios finales del simposio, Aspin enfatizó que los primeros científicos de su país fueron los indígenas y que, por lo mismo, la reconexión con la cultura y lenguaje arrebatados por el hombre blanco es fundamental para la respuesta a la pandemia. Su colega maorí Aspin fue más allá y enfatizó que los proveedores occidentales de salud son los más racistas de todas las instituciones del Estado y que si no se elimina el racismo y si no se avanza en equidad social para las primeras naciones, no se avanzará en eliminar el VIH.

Buen vivir/supresión viral

Clive Aspin, de Te Herenga Waka, y Sean Hillier, de Tiohtiá:ke.

Hillier dio a conocer, en calidad de primicia, los resultados de una investigación, de la Universidad de York, que dio cuenta de las experiencias de discriminación y descolonización en la cascada de atención a personas indígenas con VIH de Ontario, Canadá.

Un centenar de indígenas con VIH de 29 distintas naciones, en sus respuestas a encuestas y en sus relatos, confirmaron que el 70 por ciento experimentó algún tipo de injusticia social; que el 60 por ciento de estas injusticias, se debió discriminación racial, el 17 por ciento a su estatus de VIH y el 16 por ciento a su orientación sexual. Más aún, detallaron que la discriminación racial se experimentó, principalmente, en la interacción con la policía, en la negación de servicios de farmacia y en la atención de salud.

Las recomendaciones que las personas indígenas dieron para descolonizar la cascada de tratamiento del VIH, que va desde el diagnóstico a la supresión viral, fueron: resguardar la confidencialidad del diagnóstico debido a que, por los mismos procesos de colonización, sus propias comunidades les estigmatizan y discriminan; acceso a las medicinas indígenas y a servicios con pertinencia cultural; y superar la pobreza que afecta a las comunidades indígenas para alcanzar y mantener el buen vivir/ supresión viral.

Hillier criticó duramente la cascada 95-95-95, ya que “¿cómo esperan que las personas indígenas mantengan la supresión viral si viven en pobreza, no tienen acceso a educación, no tienen casas adecuadas, no tienen acceso a agua potable, y experimentan el suicidio y el trauma de la colonización en sus comunidades?”. Comentó que, entre los indígenas de Ontario, el último 95, de la supresión viral, apenas supera el 50 por ciento.

Racismo y trauma

Aspin, investigador de la Universidad de Victoria en Wellington, dio una visión general de la situación de VIH en las comunidades indígenas de su país y dio énfasis al racismo y el colonialismo como las raíces del escenario. Lamentó que solo en 1994 el estado reconociera la vulnerabilidad de estas poblaciones a la pandemia, entre otros factures por la alta tasa de encarcelamiento que separa a los indígenas de su territorio, familia y comunidad.

Indígenas en una actividad de recuperación de su cultura y lenguaje (Aspin).

De acuerdo con la información que presentó, la tasa de VIH entre los hombres indígenas de su país es de 41,9 frente al 44.5 de los no indígenas; y de 4.3 entre las mujeres indígenas frente al 2,5 en las no indígenas. Agregó que los hombres maorí, en general, tienden a tener estados más avanzados de VIH pero no un testo tardío, mientras que los maorí que son hombres que tienen sexo con hombres (HSH) tienen un testeo tardío y estados avanzados de VIH. Enfatizó que si bien las mujeres maorí ha aumentado su riesgo al VIH, es poco lo que se sabe sobre su vulnerabilidad específica.

Fue muy crítico del proceso de colonización de las primeras naciones como factor de vulnerabilidad al VIH, sobre todo por la usurpación de los territorios y la pérdida forzada de la cultura y el lenguaje. Por lo mismo, dijo que cualquier plan de acción debe: reconocer el impacto de la colonización y del trauma histórico, asegurar el acceso a la cultura, identificar y potenciar los factores protectores en la comunidad y la familia, ofrecer servicios de salud libres de estigma y tomar en cuenta los determinantes sociales del buen vivir.

Acerca del autor

Francisco Olivares Antezana

Periodista. | Chile.
Organización: Corresponsales Clave

Periodista chileno. Reside en Arica, ciudad en la frontera con Perú y Bolivia. Estudió periodismo en Antofagasta en la Universidad Católica del Norte. Hace una década trabaja como encargado de comunicaciones del Servicio de Salud Arica. Sus áreas de interés son la interculturalidad en salud, la comunicación intercultural, los derechos humanos, los derechos indígenas y la respuesta al VIH y a la tuberculosis (acTBista).

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