En lo que pareciera un claro y macabro mensaje a los líderes LGBTI de la región centroamericana, el jueves fue asesinado René Martínez, presidente de Comunidad Gay Sampedrana –una de las organizaciones pioneras en la defensa y protección de los derechos de la diversidad sexual en Honduras- y el viernes la lideresa trans Pamela Martínez.

Para nadie es desconocida la compleja transición social y política que sitúa a Honduras como uno de los países más violentos del mundo y a sus dos ciudades principales entre los primeros 10 sitios del listado de ciudades violentas y peligrosas en América Latina. Estas hostiles condiciones se ven potenciadas y fortalecidas por la arraigada homofobia y naturalizada violencia en contra de las comunidades LGBT y, durante muchos años, ha recibido un desproporcionado impacto de la epidemia de VIH.
Mientras aquí seguimos siendo asesinados y asesinadas -o morimos por situaciones relacionadas a las infecciones por VIH- estos días en Nueva York pelearemos con uñas y dientes para que –por lo menos- se nos nombre y se nos visibilice en la declaración de la próxima reunión de alto nivel de las Naciones Unidas para el VIH.
Las y los activistas centroamericanos denunciaron en un comunicado la “…sistemática e imparable ola de inseguridad y violencia asociada a una política de ejecuciones extrajudiciales, alentada desde cuerpos paralelos dentro y fuera del Estado, como observó y alertó en su reciente visita al país el relator de las Naciones Unidas para las Ejecuciones Extrajudiciales, en donde la comunidad LGTBI en Honduras no está exenta de esos hechos.” En el comunicado también demandaron “el esclarecimiento inmediato de estos crímenes para acabar con la indolencia, silencio y complicidad del sistema de justicia para esclarecer los casos señalados y documentados hasta hoy, los cuales han sido evadidos desde el enfoque de crímenes pasionales”
Definitivamente los retos en materia de seguridad, participación y salud para las comunidades LGBT en Honduras son enormes, y requieren de una respuesta local y regional que mitigue el impacto a corto y mediano plazo, pues los movimientos han sido fuertemente impactados por los hechos mencionados y también por el desplazamiento y migración forzada de los liderazgos.
Pese a los retos, hoy se preparan y forjan más de 20 candidatas y candidatos LGBT a cargos de elección popular, pero definitivamente requerirán de un acompañamiento activo y consistente de la comunidad internacional y los liderazgos regionales, aquí, al sur del norte y al norte del sur.
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