Luego de casi diez años de adoptada la declaración de compromiso sobre VIH/sida de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS 2001) es significativo todo esfuerzo para analizar los avances, obstáculos y brechas para alcanzar el acceso universal y los objetivos de desarrollo del milenio en 2015, especialmente el objetivo número seis: Combatir el VIH y sida, el paludismo y otras enfermedades.
La reunión ha sido auspiciada por la Secretaría de Salud de México y pretende generar recomendaciones regionales y una ruta crítica para alcanzar los objetivos de acceso universal en materia de VIH para el año 2015. La jornada fue abierta con la presentación del Dr. César Núñez –Director regional de ONUSIDA para América Latina- quien hizo un repaso de los hitos de la respuesta regional en los últimos años. Entre la información presentada destacó que la prevalencia general en la región se ha mantenido relativamente estable en aproximadamente 0.5% (2006) a 0.4% (2010). Sin embargo se han identificado mayores prevalencias en poblaciones vulnerables, especialmente en la comunidad trans (34% en Argentina y 29.6% en Perú).
Entre los logros destacó el fortalecimiento a incentivos implementados para incrementar el número de hombres que se realizan la prueba de VIH y servicios amigables para jóvenes, pero reconoció también la existencia de retos sustanciales, como la limitada divulgación sobre formas de prevención, transmisión y acceso voluntario a la prueba con énfasis en salud sexual y reproductiva, la limitada política pública, recursos y programas de prevención dirigidos a poblaciones vulnerables. También enfatizó en las brechas persistentes en la región, a partir de los perfiles epidemiológicos, pues pese a que en las Américas todos los países presentan epidemias concentradas en hombres que tienen sexo con hombres (HSH), la relación de gasto es una constante.
También hizo hincapié en la consistencia de los servicios a mujeres embarazadas viviendo con VIH que reciben tratamiento antiretroviral (TAR) para prevenir la transmisión vertical, pero reconoció que hace falta mejorar la cobertura y el alcance, pese a que varios países reportaron mejoras sustantivas, de acuerdo con los compromisos de la Iniciativa regional para la eliminación de la transmisión materno infantil y la sífilis congénita. Mencionó como ejemplo que en Costa Rica se ha alcanzado el estándar de cero casos en los dos últimos años. Pese a esto, 9 de 17 países en la región reportaron coberturas menores a la media regional del 54%.
Destacó que las epidemias en la región se han visto configuradas por la desigualdad en la distribución de ingresos, las distancias geográficas, la etnia, el género, la exclusión social, la violencia basada en el género y un limitado acceso a los servicios de salud. También destacó las barreras políticas y sociales para el mejoramiento de la respuesta y puso como ejemplo los modestos avances a partir de la declaración ministerial regional sobre educación sexual firmada en el 2008 en el marco de la Conferencia Mundial de SIDA en México.
Abordó, además, cómo el estigma y la discriminación inciden en el acceso a la prevención, tratamiento, cuidado y apoyo al VIH, a través de una gráfica que refleja las percepciones de la sociedad civil. Demandó a las y los participantes a accionar de manera contundente contra el estigma y la discriminación como la principal barrera para una mejor respuesta. Además, presentó un análisis sobre nuevos determinantes de la salud, con severa importancia en la región, entre los que destacan la violencia pública y doméstica, y el abuso de sustancias.
Según la OPS, Latinoamérica es considerada una de las regiones más violentas en el mundo, con entre 100,000 a 120,000 homicidios por año. Prueba de ello son los 122 asesinatos de personas transgénero en Centroamérica y Sudamérica en el 2010 y los crímenes de odio contra hombres gays. Hasta un 40% de mujeres en la región han sufrido agresiones físicas y en algunos países el 60% es víctima de violencia emocional.
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