El Chemsex, un término acuñado en la comunidad gay, es el uso voluntario y reiterado de algunas drogas recreativas -e ilegales- en el contexto de las relaciones sexuales.
Desde hace más de una década, emergió este fenómeno del uso intensivo de algunas drogas entre gais, bisexuales y otros hombres que tienen sexo con hombres(HSH); sustancias pertenecientes sobre todo al grupo de las metanfetaminas (cristales), el GHB (Gamma Hydroxybutyrate) y mephedrone, que se emplean por vía endovenosa para aumentar su efecto.

Este artículo no quiere abrir un juicio de valor o contribuir accidentalmente a la discriminación de las poblaciones que más practican el chemsex; sino alertar sobre este fenómeno y algunas de sus consecuencias inmediatas. Creemos que esto es de particular importancia para las organizaciones con trabajo en VIH y grupos LGTBI que trabajan los temas de la salud sexual.
Los efectos del chemsex
Hay una clara relación entre su consumo y una ocurrencia mayor de infecciones de transmisión sexual (ITS), la transmisión del VIH y la hepatitis C; esto se debe en particular al tiempo de exposición, en algunos casos hablamos de varios días, en los que sus usuarios mantienen diferentes tipos de prácticas sexuales, de diferente grado de exposición. Este fenómeno se está volviendo más común en nuestros países por el acceso a estas drogas, y otras más antiguas como la cocaína, speed, ketamina y el MDMA o éxtasis, los fármacos para la disfunción eréctil y los nitritos de amilo (poppers).
Las drogas arriba mencionadas, solas o combinadas, tienen un alto efecto des-inhibitorio que mejoraría la experiencia sexual y su duración; así como también las diferentes prácticas resultan en lesiones y mayor exposición a los virus. A esto se suma, el resurgimiento del uso de drogas inyectables, como la metanfetamina y mefedrona, conocido en inglés como slamming, un medio muy eficiente para la transmisión del VIH y la hepatitis C. Así también, la práctica de chemsex es una categoría muy solicitada en las redes sociales y aplicaciones para contactos sexuales, a la vez que existen un más amplio acceso a las sustancias en línea.
No tenemos aún estudios en la región; sin embargo, las primeras investigaciones publicadas en Europa y Estados Unidos muestran una tendencia epidémica. En este momento del problema, hay poco bagaje científico, mucho sensacionalismo y, en particular, nada de información sobre cómo estas prácticas estarían siendo adoptadas en América Latina.
Factores de la conducta
1.- Prácticas sexuales

Durante las sesiones de chemsex, existen una serie de prácticas sexuales que aumenta la transmisión del VIH, las ITS y la hepatitis C, por ejemplo: sexo sin preservativo, relaciones sexuales grupales, uso de drogas por vía inyectable, sexo brusco y prolongado (con aumento de lesiones en las mucosas).
Cuando se analiza en los estudios de Profilaxis Pre-exposición (PrEP) la falta de evidencias causales de la compensación del riesgo, por ejemplo, el tener más relaciones por el uso de PrEP; en el caso del chemsex es lo opuesto por la cantidad, variedad y duración como las principales características.
Todo esto sucede en un contexto con una fuerte caída del uso de condones entre gais y HSH, donde existe también un síndrome de agotamiento con los mensajes de sexo seguro, que hacen que la gente se desconecte de las campañas.
No hay evidencias que la proliferación de páginas y aplicaciones de redes para encuentro sexuales sean la causa de un aumento del fenómeno de chemsex, pero sí se sabe que quienes lo practican, usan estos medios para contactar gente y proveedores de las sustancias.
2.- Uso de drogas
De acuerdo con la publicación inglesa que citamos como fuente, la mayor disponibilidad de drogas psicoactivas, como la mefedrona y la metanfetamina, ha tenido un gran impacto sobre el chemsex. Ambas drogas tienen efectos estimulantes, euforizantes y, a diferencia de otras drogas, producen una exacerbación de la libido, una hiperactividad sexual y una potenciación de las sensaciones sexuales, motivos por los que suelen ser las preferidas. Además, determinadas drogas empleadas en estas prácticas sexuales tienen efecto anestésico, lo que disminuye el umbral del dolor y facilita ciertas prácticas sexuales asociadas a lesiones traumáticas en la mucosa –como el fisting o el uso de juguetes sexuales.

Aún las drogas no inyectables aumentan la propensión de la transmisión del VIH, la ITS y las hepatitis, tanto por la alteración en el comportamiento, por ejemplo, sexo desprotegido, como también por la propensión de prácticas sexuales con mayor intercambio de fluidos. Es decir que hay un factor biológico, por la suma de mecanismo asociados con el chemsex y la transmisión de estas infecciones.
3.- Adherencia
Es altamente probable que aquellas personas con VIH que reciben tratamiento antirretroviral, tengan su carga viral indetectable, por ende, su capacidad de transmitir el virus es nula, siempre y cuando las personas continúen siendo indetectables. Para ello, una condición necesaria es una buena adherencia a los antirretrovirales (ARV). Un número significativo de personas que practican el chemsex, han desarrollado una dependencia a algunas de las sustancias que ha afectado su desenvolvimiento en la vida, esto incluye el tratamiento de su infección. Existen interacciones medicamentosas entre algunas de las drogas utilizadas y los ARV. Se suma a esto, la alta exposición a las ITS y la hepatitis C, resultando en una co-infección compleja de tratar, sobre todo, por el limitado número de países en la región que ofrecen el tratamiento curativo de la hepatitis C.
Así también, potencialmente, la dependencia y uso habitual de estas drogas podría alterar la adherencia de las personas VIH negativas a la PrEP y reducir el uso consistente del condón.
Reconocer y reducir el daño
Para trabajar la reducción del daño para los usuarios del chemsex se sugiere:
√ Espaciar las sesiones
√ Conocer las características de las sustancias
√ Conocer las mezclas y sus interacciones
√ Espaciar las dosis en la fiesta
√ Dividir los gramos
√ Jeringuillas nuevas de uso individual
√ Preservativos y lubricante
El chemsex es una práctica que se está estableciendo dentro de los patrones comportamentales de nuestra comunidad, lo que implica la urgencia de estudiar el fenómeno, comprenderlo y reconocerlo. Hoy, como médicos y consejeros de hombres gais, bisexuales y HSH, no podemos hacer la vista gorda a este tema, debemos incorporarlo en los procesos de evaluación y gestión del riesgo, como también, proponer a sus usuarios, intervenciones de reducción del daño y la realización habitual de pruebas diagnósticas del VIH, ITS y hepatitis.
Quizás, este parezca un fenómeno circunscripto a determinadas clases sociales, pero podría ser un error de cálculo muy costoso. Hace años que estamos sentados, ignorando la gravedad de la relación del comportamiento sexual y el consumo de la pasta base (crack, bazuco o paco), que poco tiene que ver con el medio de consumo (aspiración), sino con el comportamiento durante sus efectos o para conseguir esta droga.
No hay nada muy nuevo en el uso de drogas recreativas en las relaciones sexuales, solo notar que el uso de algunas de estas “nuevas” sustancias aumenta la dependencia y los comportamientos altamente expuestos, y es un factor importante que podría transformarse potencialmente en una grave crisis sanitaria, de la que hoy, poco sabemos.
Fuentes: CHEMSEX y hepatitis C, una guía para profesionales sanitarios del Grupo de Trabajo sobre Tratamiento del VIH (gTt), una adaptación Chemsex and Hepatitis C de David Stuart de la clínica de salud sexual 56 Dean Street, Londres.
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