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Acompañar en la vida: entre la empatía y la lucha

Silencioso, atento y perseverante es el trabajo de Roxana, una mujer que vive con VIH y que lleva palabras de aliento a decenas de otras personas a un hospital bonaerense. Aquí una entrevista con ella.

Roxana Arguello vive con VIH desde hace más de 25 años, desde hace tres trabaja de manera voluntaria en el Hospital Muñiz, en Buenos Aires-Argentina. Forma parte de una congregación religiosa y también pertenece a Resultado Positivo; menciona que “se llama así porque cuando una persona recibe el análisis de VIH lee reactivo o positivo; pero, cuando lo recibe, tan positivo para su vida no es. Lo que nosotros queremos es que este resultado sea realmente positivo para ellos y los lleve a cambiar su vida para bien, para amarse, quererse tal cual son”.

Roxana trabaja acompañando a personas que viven con VIH que, en su mayoría, no cuentan con apoyo familiar o redes comunitarias fuera del hospital que les permitan obtener diferentes cosas (como ropa, artículos de higiene personal, entre otras) y compañía de otras personas en las horas de visita.  Ella, junto a otras personas de su agrupación, son voces de aliento para los que viven con VIH dentro del Muñiz y palabras de lucha y apertura a lo interno de algunos espacios religiosos que todavía hoy colocan barreras para trabajar en el área de prevención.

Roxana Arguello (der) junto a una colega de «Resultado Positivo».

En el marco del día de las mujeres, Corresponsales Clave entrevistó a Roxana Arguello: Una mujer que -para quienes la conocemos- es tranquila, buena oyente, de palabras asertivas y trabajo constante, que busca abrir espacios de entendimiento entre mundos sin pretensiones de imponer su postura. Solo busca ofrecer su mano de apoyo y servir de puente para la tolerancia y el respeto, teniendo como base la prevención, “sin querer tapar el sol con la mano”.

Corresponsales Clave: ¿De qué se trata el trabajo que llevan adelante?

Roxana Arguello: Soy Roxana Arguello, vivo con VIH desde hace más de 25 años y trabajo en el área de VIH en el hospital Muñiz, que son las salas 17, 10 y 11, todas de varones, y la sala 16 que es de mujeres (…); me capacité en el área porque lo mío tiene un formato religioso -si se quiere, obviamente que yo voy a compartir un rato con las personas que están internadas; primero, llevándole cosas de higiene personal, porque hay muchas personas que viven en situación de calle y terminan internadas ahí y muchos chicos que viven con VIH usuarios de drogas que las familias, cansadas, dejan ahí y no los visitan.

Este trabajo lo hacemos en el hospital todos los jueves; a veces vamos otros días a la semana, cuando -por ahí- alguna persona necesita ropa, zapatillas o algún pedido especial o vemos la necesidad de la persona que tenga ganas de hablar o venga muy cargada emocionalmente. Tenemos muy buena relación con el párroco del lugar; él también nos manda personas para que los vayamos a ver. (…)Nos involucramos con quien nos da lugar y nos necesita.

C.C ¿Qué te motiva a realizar esta labor?

R.A: Este trabajo lo hago con un grupo de personas que tiene el mismo sentir que yo: el amor al prójimo, el poder ser de ayuda a otro. Somos todos de la misma congregación. Siempre en el horario de visita. A veces pedimos luego de este horario, sobre todo las fechas especiales. Les llevamos una palabra de aliento, una palabra de fe (…). Vemos que estas personas son despreciadas por la sociedad, discriminadas. Yo, hace más de 25 años viviendo con esto, siempre estuve rodeada de personas que viven con el virus, entonces uno siente la discriminación, la soledad de parte de la familia.

Entonces, uno al conocerlo en carne propia, al tener gente conocida alrededor, eso te hace sensible y por eso decís: yo puedo a través de lo que viví todos estos años darles un consejo, una palabra de amiga, una palabra de aliento. Lo que a mí me hizo bien, yo sé que a ellos les puede hacer bien también. Entonces eso es lo que me estimula y me mantiene yendo. A veces son situaciones tan complejas, tan complicadas que no hay palabras para llevarle a una persona que está en el final de la enfermedad, entonces no caben las palabras, es una caricia, es sostenerle la mano, el saber que no está solo. (…) He pasado momentos difíciles y sé lo que es eso.

 

C.C ¿Qué tipo de apoyo reciben en el hospital?

R.A Del hospital no recibimos ningún tipo de ayuda, sí contamos con el apoyo de las asistentes sociales de ahí, (con quienes) tenemos una buena relación.

C.C ¿Cómo es trabajar el tema del VIH, la sexualidad, etc en un espacio religioso?

R.A: Yo congrego desde casi toda la vida. Todavía hoy en día hay mucho prejuicio, sobre todo en el tema de la prevención por sobre todas las cosas el uso del preservativo y demás. Me ha tocado muchas veces hacer campañas de prevención y que me digan que reparta volantes y folletos, pero nada de preservativos. Bueno, ahí me toco pelear porque es imposible hacer una prevención de VIH si no se llevan preservativos. Así que eso todavía es una barrera bastante pesada que hay que traspasar. En el lugar donde yo congrego me dan un lugar de bastante confianza, amplio, tranquilo, son bastante abiertos en este trabajo porque es imposible tapar el sol con la mano, porque más allá de que las personas sean religiosas también tienen sexo, y muchas de ellas, que son humanos, tienen relaciones fuera de su matrimonio y han contraído el virus así.

Nos han invitado también dentro de los penales, (a) pabellones religiosos o cristianos, donde nos han invitado a dar charlas de prevención y demás y bueno, en lugares de mentes bastante abiertas. Yo creo en Dios y eso me hace a mí tener un estilo de vida que todo el tiempo me está alentando a ser mejor persona, a que cada circunstancia de vida que a uno le toca vivir es la oportunidad para algo nuevo, hacia delante.

Si bien las instituciones del Estado deben ser laicas, para la atención y visibilidad de todos y todas, sin discriminación o exclusión, el trabajo y acompañamiento de todos los espacios que se muestren abiertos e inclusivos debe ser bienvenido.

Conocí a Roxana en espacios de trabajo de ONG y la admiro mucho, pues en un mundo donde casi todos demandan aplausos, fanfarrean y posan para la foto, esta mujer trabaja de manera tranquila cambiando el mundo de quienes puede y como puede, de manera abierta y perseverante. En el espacio de la prevención y el acompañamiento todas las personas cabemos, eso sí sin querer tapar el sol con la mano.

País: Argentina

Acerca del autor

Constanza Armas

Psicóloga | Argentina
Organización:

Soy venezolana, migrante, feminista. Creo que la participación en los temas públicos de la sociedad civil organizada son la clave para una democracia verdadera. Creo en la libertad, por eso soy activista por los derechos humanos. Creo que todxs merecemos ser nombradxs, por eso intento tener mirada de género. Soy una indignada por los crímenes de lesa humanidad que ocurren desde hace años en Venezuela. Desde estos lugares escribo.

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