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¿Estamos respondiendo adecuadamente a la crisis de la Viruela Símica?

La semana pasada, la Organización Mundial de la Salud lanzó una invitación para buscar un nuevo nombre a la Viruela Símica o del Mono ¿Es esta una acción prioritaria? ¿Estamos priorizando las actividades de alto impacto que puedan poner algún freno a este brote?

Cuando nos referimos a la Viruela Símica la llamamos un brote. ¿Brote de qué? Sí, donde esta Viruela es endemia, en algunos países de África, su comportamiento epidemiológico es diferente. Quizás debiéramos empezar a hablar de una epidemia, definida como «el aumento de casos por encima del nivel endémico y generalmente afectan a una o más regiones «. Para ser pandemia debiera afectar a todas las poblaciones pero en este caso, solo afecta a Gays, Bisexuales y Hombres que tienen relaciones sexuales con otros Hombres (HSH). Es claro que una nueva epidemia, cuando estamos lejos de haber controlado la pandemia del COVID19, es muy mala noticia. Más aún cuando una vacuna, casi imposible de conseguir cuesta USD 90.

Distraer tiempo discutiendo y consultando rebautizar este “brote” me parece una discusión superficial. Todos comprendemos que llamarla Viruela del Mono o Monkeypox tiene connotaciones xenófobas y racistas para aquellos países y los ciudadanos donde esta viruela es endémica, pero también, llevamos décadas con la viruela símica como endemia en países de dicha región y nadie tuvo a bien proponer un mejor nombre.

Cambiar el nombre de la enfermedad no debiera ser la prioridad en estos momentos sino comunicar eficazmente.

Lo que hace altamente estigmatizantes y discriminatoria a la viruela del mono no es el nombre, sino dónde se concentra su circulación y transmisión: en hombres Gays, Bisexuales y otros Hombres que tienen Relaciones sexuales con Hombres (HSH) que concentran el 98% de los casos, y esto es un hecho epidemiológico.

Gobernar el placer

El origen del estigma y la discriminación es la orientación sexual y las prácticas que acompañan las búsquedas del placer sexual de estas poblaciones, que incluyen tener relaciones sexuales con muchas parejas en un lapso breve o en el mismo evento. Los grupos y líderes conservadores y fundamentalistas, muchas veces religiosos y en los medios, aprovechan esto para recordarnos su condena a la diversidad que incluye la orientación sexual, como también la identidad de género, el espectro no binario, entre otras identidades que dan color a la bandera del orgullo.

Tanto los credos y cultos, como un porcentaje de los científicos y sanitaristas llevan siglos tratando de gobernar el placer en general, pero en particular el de las mujeres y cualquier expresión diversa, como el sexo entre personas del mismo sexo. Si nuestros Ministerios de Salud recomendaran tener menos relaciones sexuales a un grupo en particular y este obedecerían, hipotéticamente, fin de la epidemia. Pero sin hacer referencia a cuatro décadas de respuesta al VIH, basta ver lo difícil que fue que la mayoría de la población usara las medidas básicas para frenar la circulación del COVID19, que sólo muestra un control relativo por el efecto de la vacunación. En el caso de la viruela símica, el acceso a la vacuna para nuestros países en un número significativo de personas mayormente expuesta, una vez más, es un quimera.

Llamar las cosas por su nombre

En la actualidad, la viruela símica (fuera de los países de África, dónde es endemia) es una enfermedad transmisible concentrada en una determinada población, menudo favor hacemos en no discutir esto, ponerle el cascabel al gato. Las Agencias Sanitarias Internacionales siguen con un discurso sobre que cualquiera puede exponerse a esta viruela (lo que es técnicamente cierto) pero la demografía del brote, hoy sin control, contradice esto. Relativizar lo que sabemos puede tener algún impacto estigmatizante en cómo comunicamos a la llamada “Opinión Pública” y puede confundir a la población que debemos informar y sensibilizar.

Si queremos avanzar en mitigar este “brote”, necesitamos canales abiertos y fluidos con el número significativos de Gays, Bisexuales y HSH. Necesitamos de la participación de las organizaciones LGTBIQ+, de VIH y Salud Sexual, pero debemos también reconocer que estas organizaciones tienen una limitada llegada y cobertura. La gran mayoría de la comunidad nunca ha concurrido a una de esta organizaciones, como pasa con otras poblaciones, ni tampoco va a cambiar su comportamiento porque las instituciones se lo digan.

Lo que puede hacer una diferencia en mitigar la circulación comunitaria de este virus es lograr un compromiso sostenido de las empresas que ofrecen servicios de encuentro a varones Gays, Bisexuales y HSH, como son las aplicaciones geolocalizadoras y otras herramientas de las redes sociales para ligar, como también, saunas, hoteles y cuartos oscuros. De todas maneras, debemos ser realistas, un porcentaje importante de estos varones seguirán con sus prácticas habituales, ignorando cualquier advertencia. Pues el comportamiento sexual es mucho más complejo y menos susceptible a todos los tipos de comunicación.

Por todo esto, necesitamos con urgencia vacunas y tratamiento, pues es altamente probable que la mayoría de  las personas sintomáticas, frente a las características de las lesiones eruptivas y dolor, recurran a un centro de salud. Recientemente, algunos gobiernos han anunciado la compra de vacunas, en caso de conseguirlas, con números irrisorios, por mencionar un ejemplo reciente, Brasil que anuncia una compra de 50,000 dosis (link al artículo), cuando un estudio recientes sobre la talla de población de Gays, Lesbianas y Bisexuales contabilizaron casi tres millones de personas con esta orientació sexual (link al artículo). Una vacuna cada 60 Gays, Bisexuales y Lesbianas. Y hablamos de un país con 214 millones de habitantes, por lo que los números encontrados en el estudio de talla poblacional parece cuestionable.

Tenemos más dudas que certeza sobre cómo controlar este brote epidémico, mientras el número de casos crece y cómo rebautizarlo parece un tema superficial y estético.

País: Latinoamérica

Acerca del autor

Javier Hourcade Bellocq

Editor responsable de Corresponsales Clave y Representante Regional de América Latina y el Caribe | Argentina
Organización:International HIV/AIDS Alliance

Javier Hourcade Bellocq es el Editor Responsable de Corresponsales Clave y trabaja en VIH desde 1987. Fue uno de los fundadores y el primer Secretario Regional de la Red Latinoamericana de Personas Viviendo con VIH (RedLa+). Desde 2003, Javier trabajó para la International HIV/AIDS Alliance (Frontline AIDS), primero como Oficial de Programas Senior a cargo del programa de la Alianza en Ecuador, y desde 2005 como Representante Regional para América Latina y el Caribe. Javier es miembro de la Delegación de las Comunidades de la Junta del Fondo Mundial y fue Miembro de la Junta del Fondo Mundial entre 2006 y 2009. Está basado en Buenos Aires, Argentina.

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