Con vista a la próxima ronda de recaudación de recursos que se inicia en diciembre de este año, el Fondo Mundial para el sida, la tuberculosis y la Malaria presentó su informe de resultados donde afirma que por el efecto acumulado de la inversión en la lucha contra las tres enfermedades, se han salvado más de 17 millones de vidas y que el número llegará a 22 millones para fines del próximo año.
“No hace mucho tiempo, el sida, la tuberculosis y la malaria parecían imparables. En muchos países, el sida devastó a toda una generación, dejando innumerables huérfanos y comunidades destrozadas. La malaria mató a los niños pequeños y a las mujeres embarazadas que no podían protegerse de los mosquitos o acceder a la medicina correcta. La tuberculosis afectaba a los pobres, como lo había hecho durante milenios. Un asocio de la salud mundial se reunió para trabajar juntos, poniendo en común recursos y conocimientos; y mediante la participación de las personas afectadas por las enfermedades, la sociedad civil, el sector privado y los gobiernos, hemos caminado más allá de lo que parecía posible”, afirmaba en declaraciones Mark Dybul, Director Ejecutivo del Fondo.
Los resultados también muestran que los programas apoyados por el Fondo Mundial han puesto 8,1 millones de personas en tratamiento antirretroviral para el VIH, un aumento del 22 por ciento desde el año pasado. Para la malaria, este mecanismo distribuyó 548 millones de mosquiteros para proteger a los niños y familias de la enfermedad, con un incremento anual del 32 por ciento. El número de casos de tuberculosis detectados y tratados aumentó en un 11 por ciento para llegar a 13,2 millones.
En el mismo informe de resultados, el Fondo Mundial nos ofrece información cualitativa:
- Fortaleciendo los sistemas de salud, con más de una tercera parte de las inversiones del Fondo Mundial que se dedica a la creación de sistemas de salud resistentes y sostenibles.
- Desigualdad de género, se estima que entre el 55% y el 60% de sus inversiones benefician a mujeres y niñas y tienen un efecto positivo en la salud reproductiva.
- Incremento de la inversión doméstica, donde se prevé un incremento del 52% en los presupuestos nacionales en salud orientados a la respuesta a estas tres enfermedades, lo que representa una inversión adicional de US$4.500 millones entre el 2015 y el 2017.
- Reduciendo los gastos operativos, con un presupuesto por debajo de los USD 300 millones, el Fondo Mundial necesita 2,3% del dinero que gestiona anualmente.
“Pero no es un momento para celebrar. Sólo estamos a mitad de camino. Tenemos retos enormes en la salud mundial que todavía nos esperan. Las adolescentes están contrayendo el VIH a un ritmo tremendo en el sur de África. La co-infección TB–VIH va en aumento, al igual que la tuberculosis multi-resistente. Las ganancias hechas contra la malaria podrían perderse si no ampliamos los programas de prevención y tratamiento. Tenemos que concentrarnos en varias áreas clave, incluyendo la atención a las niñas y mujeres adolescentes, promoción de los derechos humanos, y la construcción de sistemas flexibles y sostenibles para la salud”, afirmó Dybul el día de hoy.
Coincidimos con el Director Ejecutivo que no debemos entretenernos con la complacencia; las ganancias en salud son precarias y solo podrán sostenerse e incrementarse con más y mejor inversión. Sabemos que el Fondo Mundial enfrentará un proceso de reaprovisionamiento difícil debido a una diversidad de factores, entre ellos: una menor disponibilidad de recursos internacionales para la salud y el desarrollo, una de-priorización de las tres enfermedades, en particular el VIH por no ser percibido ya como una urgencia y la emergencia de otras crisis que golpean de cerca de los principales donantes como son la económica y la de refugiados y migración.
No sólo está en juego la continuidad del Fondo Mundial y sus programas, sino también la forma en la que éste trabaja, a menos recursos disponibles es inevitable ver un mayor sesgo en dirección de los países más pobres, según las clasificaciones del Banco Mundial. Por un lado, sabemos, tenemos evidencias, modelos matemáticos y escenarios que prueban que lo que invirtamos en los próximos cinco años harán la diferencia con el fin próximo de las tres epidemias. Lo que va a escasear es el dinero y un mayor compromiso de los donantes filantrópicos tradicionales. Es momento quizás de pensar fuera de la caja, sin dejar de ejercer la presión necesaria para que podamos fondear esta institución en los próximos años.
Sabemos qué hay que hacer y cómo, nos lo han dicho ONUSIDA y la OMS, pero sin un incremento de inversión internacional directa o a través del Fondo y un aumento real de la inversión nacional, sólo seremos testigos de un fracaso informado. Son muy pocos los que se involucran en la revisión y desarrollo de la estrategia del Fondo Mundial, y menos los que participan en los esfuerzos, por parte de la sociedad civil, para movilizar recursos financieros. Quizás es hora de que esto cambie.
Un resumen del informe en español está disponible en este vínculo y el informe completo en inglés en este otro vínculo.
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