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Indetectable=Intransmisible, un logro que tarda en llegar a Bolivia

Por Harold Mendoza.-

El éxito del tratamiento antirretroviral, además de mejorar sustancialmente la salud integral de las personas con VIH, tiene un impacto en sus vidas afectivas y sexuales, pues la indetectabilidad también libera de miedos y temores respecto al propio cuerpo y la posibilidad de transmitir el VIH. Sobre esto conversamos con un experto en el tema, una pareja serodiscordante y dos líderes bolivianos con VIH.

Parecía demasiado bueno para ser verdad”, responde Willan Montaño (49), vicepresidente del Consejo Departamental del Sida CODESIDA – Cochabamba al preguntarle sobre la primera vez que escuchó hablar de Indetectable = Intransmisible.  “Cuando lo escuché por primera vez en el internet, alrededor del 2017, salté a buscar más información”, afirma Jonathan Arancibia (28), referente boliviano de Red de jóvenes latinoamericanos que viven con VIH (J+LAC), ante la misma pregunta.

Desde 2016, como fruto de múltiples investigaciones alrededor del mundo, el concepto de “Indetectable es igual a Intransmisible (I=I)” empieza a difundirse como uno de los logros más significativos en la respuesta al VIH para la comunidad científica y como una oportunidad para reducir el estigma y discriminación en favor de personas con VIH y poblaciones afectadas como personas trans, la comunidad LGBTQ, trabajadoras sexuales, entre otras.

Los estudios en España evidencian que cerca de la mitad de hombres gais desconocen sobre I=I. Imagen intervenida de Stop Sida.

Una persona con carga viral indetectable de VIH no transmite el Virus, ni en sus relaciones sexuales, ni durante el embarazo. El concepto es simple; sin embargo, un estudio de StopSida demuestra que el 45.5% de hombres gais desconocen I=I. Jonathan y Willan consideran que en Bolivia es mayor todavía el porcentaje de personas con VIH que desconocen el concepto por completo o no lo comprenden en su dimensión real y muchos menos todavía son quienes lo aplican en sus propias vidas. “Yo veo que los jóvenes con diagnósticos más recientes, son los que lo comprenden mejor”, comenta Willan, quién también expresa desde su propia vivencia como educador par, que el desconocimiento por esta premisa de I=I es mayor entre las personas más adultas o que viven más años con el diagnóstico.

Yo no puedo imaginarme cómo vivían las antiguas pevas (forma coloquial de referirse a las personas con VIH) antes del I=I”, afirma un joven de 21 años que lleva dos en tratamiento antirretroviral; conversamos con él acerca de su salud y activa vida sexual y nos cuenta que en la mayoría de las ocasiones accede a tener sexo sin preservativo con diferentes parejas y no duda que su estado de indetectabilidad asegura la no transmisión del VIH.  “Les digo que soy indetectable y muchos no se hacen lío, para mí lo que no debe faltar es mucho lubricante”,  nos comenta, quién además afirma que nunca se ha transmitido ninguna otra ITS.

También conversamos con una pareja serodiscordante, Raúl*(38) lleva una relación estable de tres años con Pablo*(31), una persona indetectable hace más de 5 años. Raúl lamenta que su pareja se resista a aceptar el I=I a pesar del esfuerzo que hace para convencerla de dejar las dudas y el condón fuera de sus relaciones sexuales. “El Pablo* tiene terror a transmitirme, pero yo no tengo dudas”, comenta Raúl, quién además expresa sus dudas sobre si los médicos están dando o no la información correcta a su novio.

En este sentido conversamos con el Jhemel Garay, médico tratante de VIH del Instituto Para el Desarrollo Humano (IDH-Bolivia). Garay nos comenta que la información sobre el I=I es brindada desde antes de iniciar el tratamiento antiretroviral (TARV) y se plantea la indetectabilidad como una meta para el paciente, además de hacer énfasis con la información I=I a parejas serodiscordantes como Raúl y Pablo.

Garay también nos informa, coincidiendo con los datos del StopSida, que entre un 40 y 50% de sus pacientes aplica el I=I en sus vidas, y encuentra como elemento común en este grupo la confianza en la estrategia tratamiento antirretroviral y la seguridad en sí mismos, y ve como aspecto positivo la reducción en el stress que implica la posibilidad de transmitir el VIH a otras personas. Por otro lado, el especialista señala que la baja adherencia es una de las barreras más comunes para aplicar el I=I entre sus pacientes, así como la falta de información y credibilidad en la estrategia: “muchas personas con VIH viven con el temor persistente de que pueden transmitir el virus a otras personas…”.

Finalmente preguntamos al especialista qué implicaba el I=I para las personas que viven con VIH, más allá de no utilizar el condón: “El paciente se siente más fuerte o sano, además él mismo puede evidenciar que está haciendo bien las cosas con respecto a su tratamiento”. La fortaleza y la buena salud como resultado de seguir el tratamiento son, sin dudas, dos valores ganados por el I=I de cara a la eliminación del estigma y la discriminación en esta población.

Reflexionando en la cifra del experto, queda mucho trabajo por hacer con ese más de 60% de personas a quienes la información sobre I=I no les convence o no llega, y mucho más por hacer con quienes no logran seguir el tratamiento.

*Los nombres han sido cambiados a solicitud de los entrevistados.

** Este artículo fue desarrollado en el marco del Curso de Corresponsales Clave 2021.

País: Bolivia

Acerca del autor

Harold Mendoza

Harold Mendoza Ferrufino, más conocido como Hari, es boliviano y vegetariano. Comunicador para el desarrollo con más de 20 años de experiencia en Derechos Humanos, poblaciones vulnerables, como personas migrantes y sus familias, adolescentes en situación de calle, personas con discapacidad y poblaciones clave en la respuesta al VIH. Apasionado por el arte, idiomas, cultura e historia andina.
Es un convencido de que la información salva vidas.

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