
En los últimos veintidós años se ha multiplicado por dieciocho la cantidad de personas con VIH en Nicaragua. Parte de este aumento podría atribuírsele a comportamientos poco explorados. La doble vida no es sólo un problema amoroso en las parejas, sino un riesgo al que se aventuran muchos hombres.
Como nicaragüense me siento obligada a ser autocrítica y diferenciar entre identificarse con la picardía del Güegüense, nombrado patrimonio oral de la humanidad por la UNESCO, y el reto de evitar adquirir el VIH por la clandestinidad y comportamientos de riesgo.
Los registros epidemiológicos señalan que en Nicaragua la principal forma de transmisión del virus es mediante la actividad sexual. Las cifras deben ser analizadas sobre los comportamientos intrínsecos, comprendiendo las formas en que las personas están adquiriendo el virus. Se ha descubierto que la doble moral del país es una de las principales causas de adquirir el VIH.
Los hombres que tienen sexo con hombres (HSH) no necesariamente se autodefinen como gays o bisexuales. Son hombres que probablemente están casados y que por temor a explorar su opción sexual se relacionan en la clandestinidad, sin protegerse y mucho menos percibir su vulnerabilidad ante el VIH.

Danilo González, del Colectivo Feminista Panteras Rosas nos explica que este es un problema de poder. “Los hombres estamos construidos para dominar a la mujer, pero además el HSH siente doble poder tanto ante una mujer como hacia otro hombre (…) conozco hombres que entre ellos alardean cuando no sólo tienen sexo con varias mujeres sino que el someter a otro hombre les da estatus. Con el otro hombre ven la oportunidad de tener sexo sin compromisos, no hay peligro de embarazos ni sentimientos de por medio. Lo ven como un cuerpo para el sexo”, explicó González.
En Nicaragua, organizaciones como CEPRESI han realizado investigaciones relacionadas con los hombres que tienen sexo con otros hombres. Comparan un estudio de 1997, en el cual la prevalencia del virus en HSH era del 1,2% con uno del 2002, en el que la prevalencia estimada para este grupo era de 9,3%.

Douglas Mendoza de la Red de Masculinidades, afirma que no se trata de que el HSH sea una nueva identidad sexual, sino más bien un término que hace referencia a las prácticas de riesgo de otros hombres. No se trata de imponerles a estos hombres una opción sexual sino que a medida que se autodescubren, se protejan y sean responsables consigo mismos y con sus parejas.
No cabe duda que la doble vida no es sólo una elección personal sino también el resultado de la tensión entre el ser individual y la presión del ser social, plagado de estigmas y culpas. En esa tensión, el número de personas que adquieren el virus desde la clandestinidad de sus acciones, sin cuidados ni protección, va en aumento.
Me parece una postura muy interesante que vale la pena de seguir investigando. Me gustó el artículo.
Felicidades, muy buen articulo, esta muy interesante…….