El XIX simposio de Fundación Huésped le dio un espacio a la vejez, de la mano del médico Pedro Cahn director Científico de Fundación Huésped desde 1989. La premisa de su ponencia fue que “la eficacia de los tratamientos antirretrovirales (TARV) ha conseguido que la infección por VIH no sea mortal y ha cronificado la enfermedad” por lo cual resulta muy relevante hablar sobre la vida con VIH durante la adultez mayor.
El Dr. Cahn comenzó su ponencia comentando que el VIH produce morbilidad, pero otros factores también participan como la genética, el estilo de vida, el tabaquismo, etc. En sus palabras “la inmunodeficiencia está fuertemente relacionada con la inflamación” lo que puede causar fragilidad que es el camino a la discapacidad y se puede correlacionar con la mortalidad (para más información consutar Envejecer con VIH).
El médico resaltó dos aspectos asociados de la vejez y el VIH, el primero refiere a las personas que llegaron o están llegando a la adultez mayor luego de haber transitado la vida con el virus y el segundo, hace alusión a las personas que lo contrajeron en esa etapa de la vida.
En el primer caso, personas que han vivido muchos años con el virus, se pueden encontrar con los efectos negativos asociados al uso prolongado de tratamientos que les generaron toxicidad, sobre todo los que estaban disponibles años atrás. Así mismo, el doctor reconoció que haber estados expuestos a episodios agudos y sostenidos de estrés, estigma que fomenta el aislamiento puede acelerar el envejecimiento.
En este sentido, diferentes estudios han demostrado que las personas mayores de 60 años que viven con VIH, tienen mayor presencia de otras enfermedades en comparación con las personas que no viven con el virus.
Por otro lado, las personas que tienen más de 55 años son un grupo de atención como lo comentó Cahn “la actividad sexual no tiene límite de edad (…) la “grey generación”(generación gris) va por el segundo round” o tiempo. En este sentido las personas adultas mayores no se sienten en riesgo y se presentan a las consultas médicas tardíamente en un 60% de las ocasiones según investigaciones realizadas en Argentina.
Así mismo, un 63% de esta población mencionó que nunca tuvo acceso a información sobre prevención y en un 70% nunca tuvo acceso al test de VIH, esto debido a que tenían pareja estable, nunca se lo comentó el médico tratante o no tuvieron oportunidad. Lo que muestra que el personal de salud tiene prejuicios por vencer en referencia a la sexualidad, el placer y los riesgos en este momento de la vida.
“Los equipos de salud no suelen hablar sobre actividad sexual con los adultos mayores (…) el testeo de VIH no es parte del screening regular en los adultos mayores”, por lo que los padecimientos asociados al VIH o SIDA son inicialmente atribuidos a otras causas por las personas y los profesionales de la salud. En este sentido el doctor afirmó que “la edad no es un condón”.
Esto tiene implicaciones importantes en el diagnostico, tratamiento y calidad de vida de las personas. El estudios de START refiere que la respuesta de las personas de 50 años o más, es igual de buena que la de los jóvenes al abordaje temprano y adecuado de TARV.
En todos los casos para las personas adultas mayores se requiere una intervención multidisciplinaria que tomé en cuenta la salud mental, los vínculos sociales, el ejercicio y la alimentación adecuada. Igualmente, el factor adherencia que ha demostrado ser central en este grupo etario y requiere un esfuerzo mayor por parte del personal médico.
Otro aspecto por tomar en cuenta tiene que ver con la diversidad que se experimenta en todas las etapas de la vida, incluyendo la vejez; para las mujeres, al no presentarlas de manera diferencial dentro del grupo “adultos mayores”, puede representar factores de vulnerabilidad. Valga comentar que en el Simposio que le dio marco a esta temática y en el que hubo más de 48 ponencias ninguna refirió a las mujeres de más de 50 años.
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