El 27 de enero de 2022, seis plataformas regionales, se dieron cita en una mesa redonda para reflexionar sobre la participación de las comunidades en el Mecanismo de Respuesta al COVID-19 (C19RM) del Fondo Mundial el año pasado, hacer un balance de los retos y las lecciones aprendidas y prepararse para lo que está por venir, como parte de la Iniciativa Estratégica de Comunidad, Derechos y Género.
A modo de contexto se puede decir que la pandemia del COVID-19 está teniendo un impacto negativo a nivel global en los servicios sanitarios de forma general y en los de tuberculosis (TB), malaria y VIH en particular. Especialmente en los países de rentas medias y bajas. Según datos del Fondo Mundial de Lucha contra el Sida, la tuberculosis y la malaria (el Fondo Mundial), entre 2019 y 2020 hubo una reducción del 18% de los diagnósticos de TB, lo que ha disminuido el acceso al tratamiento y provocado un aumento del 7% en las muertes por esta enfermedad. Con respecto al VIH, el 80% de los países reportaron una reducción en las pruebas y tratamiento; así mismo se evidenció un aumento de 12% de muertes por malaria en 2020.
Partiendo de este contexto, en abril de 2020 el Fondo Mundial estableció un Mecanismo de Respuesta al COVID-19 (C19RM) que puso a disposición 759 millones de dólares en financiación a 88 países y 5 subvenciones multipaís, sumados a los 4.200 millones de dólares anuales proporcionados a más de 100 naciones. Estos fondos contribuyeron a garantizar que los recursos y los productos básicos estuvieran disponibles en los países para responder al COVID-19 y mitigar sus efectos sobre el VIH, la tuberculosis y la malaria.
Igualmente, en abril de 2021, el Fondo puso en marcha una segunda ronda de financiación del C19RM, esta vez proporcionando 3.100 millones de dólares a 107 países y 14 subvenciones plurinacionales hasta diciembre de 2023, además, como lección aprendida concedió 2,1 millones de dólares adicionales por parte del Comité de Inversión de la C19RM para apoyar la participación significativa de la comunidad en el desarrollo de las solicitudes de financiación, impulsando la iniciativa Estratégica Comunidad, Derechos y Género (IE CDG).
La semana pasada, las seis plataformas regionales, que incluyen coaliciones de la sociedad civil y las comunidades de África Anglo y Franco parlante, Europa del Este y Asia Central, Medio Oriente y África del Norte-MENA y América Latina y el Caribe; se dieron cita en una mesa redonda para reflexionar sobre la participación de las comunidades en el C19RM en 2021. Este fue el segundo encuentro de este tipo que reunió a la sociedad civil y a los grupos comunitarios de los distintos países en los que el Fondo Mundial invierte.
En el encuentro participaron Kate Thomson, jefa del departamento de derechos de las comunidades y género del Fondo Mundial y estuvo moderada por Gemma Oberth, Coordinadora de global de las plataformas
Durante la actividad se comentó que si bien las actualizaciones al C19RM del 2020 al 2021 se han evaluado de manera positiva, en cuanto al proceso de trabajo, acceso a la información y participación de las comunidades, todavía se requiere trabajar más en el involucramiento y la participación efectiva de las organizaciones de derechos humanos y de base, las poblaciones clave, las comunidades, los y las jóvenes, entre otros, quienes todavía manifiestan que sus prioridades y demandas no fueron incluidas.
La actividad tomó en cuenta experiencias de poblaciones diversas y de diferentes espacios geográficos y giraron sobre los tópicos que se describen más adelante, teniendo en cuenta el mejoramiento de la ejecución de las consultorías de asistencia técnica, el ajuste de tiempos y la definición clara de líneas de trabajo por parte del Fondo, la inclusión de las comunidades y poblaciones claves, el mejoramiento de las metodologías de recolección de datos, entre otros.
- La asistencia técnica
En la mayoría de los espacios, las consultorías para la asistencia técnica fueron eficaces, siempre y cuando las personas conocieran a las comunidades con las que estaban trabajando y, a su vez, fueran reconocidas por ellas. Además, en las experiencias expuestas resultó esencial el conocimiento del entorno y las dinámicas político-sociales en el país de aplicación.
Así mismo, como lección aprendida, el uso exclusivo de los medios virtuales como vínculo entre las comunidades y las personas consultoras fue evaluado de manera menos positiva, así como las asesorías puntuales o únicas. Frente a estas últimas se propuso un incremento en los recursos disponibles para que sean asistencias técnicas continuas y flexibles, para que puedan acompañar a las comunidades durante los diferentes procesos de trabajo que se proponen.
- Ajustar los tiempos y definir las líneas de trabajo
En la mayoría de las presentaciones y durante la discusión, se habló de los tiempos de trabajo impuestos por el Fondo Global, evaluándolos como escasos para la movilización de los recursos, búsqueda y evaluación de las asesorías técnicas, preparación de los actores clave e inclusión y formación de algunas poblaciones y comunidades.
En función de esto, se planteó la posibilidad de modificar y flexibilizar los tiempos de trabajo para que permitan, sobre todo, mejores condiciones de preparación para el diseño y la ejecución de los planes propuestos, con el fin de que aseguren la participación de las poblaciones clave y la posibilidad de que las comunidades se consulten entre ellas, ya que existen, en las palabras de Johnny Tohme, gerente senior de movilización comunitaria de M-PACT, “demasiada demanda para los tiempos y recursos limitados”, sobre todo en el contexto de la pandemia.
- Comunidades
Se puede decir que las comunidades fueron el centro, tanto de las ponencias como de los comentarios durante esta actividad, resaltando que estas requieren apoyo con información concreta, revisiones periódicas e intervenciones ocasionales para resolver conflictos. Además de asegurar su participación en todas las etapas de los proyectos, tanto en el diagnóstico como en la implementación.
Así mismo, se hace necesaria la simplificación de los procesos de aplicación para fondos, especialmente en momentos de emergencia, ya que si bien se evidenció un mayor compromiso por parte de las comunidades y un mejoramiento en los mecanismos de consulta y trabajo, otros grupos como migrantes, personas privadas de la libertad, personas trans, trabajadoras sexuales, consumidores de drogas y jóvenes, entre otras, no necesariamente se vieron representadas en todos los diálogos; en algunos casos por la ausencia de organizaciones de base que los representaran y en otros debido a limitaciones de tiempo, poca experiencia técnica, las dificultades propias de la respuesta a la pandemia y problemas de conectividad.
Frente a esto se propuso aumentar los recursos disponibles para las comunidades a nivel de los países, a fin de apoyarlas en su habilidad para fijar prioridades y construir capacidades, sobre como ser más efectivos durante su participación en las sesiones online de los procesos del Fondo Mundial, tomando en cuenta que, en palabras de Samia Mahmoudi, de la Plataforma de Medio Oriente y norte de África (MENA), “la asistencia a los eventos no necesariamente implica la efectiva participación en las discusiones. Los representantes de las poblaciones clave no tienen todos la misma capacidad para expresarse y representar a su grupo en sus intervenciones”. Además, como se mencionó anteriormente, las fechas límite tan ajustadas no contribuyeron en la preparación de aplicaciones para la procura de recursos y el levantamiento de necesidades.
En este último punto hubo otras posiciones, como una persona de la sociedad civil de Kenia que comentó que “la participación de las comunidades debe dejar de ser una mera formalidad, se les ha dicho que las comunidades carecen de experiencia, pero a estas alturas ya no es cierto, las comunidades tenemos experiencia y habilidad y debemos estar en el centro de las implementaciones«.
Estas discusiones son centrales, ya que tal como refirió un participante en sus comentarios “se hace necesario una definición de comunidad, ya que algunos de nuestros donantes se ven confundidos cuando hacemos un requerimiento. Nosotros creemos que comunidad son personas representando a grupos vulnerables, pero es una definición que debe revisarse”.
Es necesario que se abran estos caminos de diálogo para que las respuestas y el trabajo pueda llegar a las poblaciones más vulnerables, además de construir desde las redes existentes vínculos de escucha y confianza.
Finalmente, se resaltó que invertir en la vinculación de las comunidades debe ser una agenda continua y de largo plazo para garantizar la participación significativa y legitimar sus contribuciones. Además de establecer mecanismos de seguimiento y monitoreo por medio de redes formales e informales.
- Vías de comunicación y consulta a las comunidades
Uno de los grandes desafíos del trabajo comunitario tiene que ver con la posibilidad de vincular con los proyectos propuestos a la mayor cantidad de poblaciones clave posibles y en el contexto de las restricciones por las medidas asociadas al COVID-19 mucho más. Frente a esto, fueron evaluadas como exitosas las iniciativas que mostraron el uso de diversas fuentes de difusión de información como llamadas telefónicas, emails, WhatsApp, grupos de Facebook, webinarios y algunas reuniones presenciales.
En varias de las ponencias se habló sobre la importancia de tener una metodología ordenada de trabajo, que permitiera tener claridad sobre los objetivos y captar la mayor cantidad y diversidad de voces dentro de las comunidades objetivo. En este sentido, Lídice López comentó la importancia “del diseño de un plan de ruta crítica que incluya todos los pasos del proceso, el uso de varias herramientas y metodologías de recopilación de información tal como encuestas entrevistas, grupos focales, ayudó a aumentar la participación y la obtención de información más robusta sobre las necesidades prioritarias”.
Esto resulta muy importante durante todas las partes del proceso, además que permite conocer y evaluar los avances de cada iniciativa, a la par de ir ajustando los tiempos de trabajo.
- Otros tópicos comentados
Entre los aspectos discutidos en el encuentro, resaltó la necesidad de que el Fondo Mundial divulgue de manera clara su posicionamiento en relación con las subvenciones dedicadas al fortalecimiento de las acciones comunitarias. Así mismo, se propuso ubicar la resiliencia entre las prioridades a ser discutidas por los actores clave cuando se hagan nuevas asignaciones, pues este tipo de acciones se hacen visibles en las comunidades que atraviesan múltiples y complejas necesidades y privaciones.
Finalmente, se hizo hincapié en la necesidad de mejorar los canales de comunicación dentro de los países y entre ellos en relación con la gran cantidad de información y herramientas para compartir y divulgar, que permita colocar en el centro a las comunidades vulnerables y brindar una contribución más efectiva a los proyectos planteados.
Son de gran valor este tipo de espacios para que las poblaciones clave puedan, con su propia voz, manifestar sus ideas, necesidades, observaciones y propuestas, de manera directa al Fondo Mundial. Ellas quieren y deben ser las protagonistas de los proyectos, tanto en el diagnóstico como en la implementación, solo así se fortalecerán realmente los servicios de salud en respuesta a la malaria, TB y VIH.
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