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Migración Segura, Ordenada y Regular: entre la diplomacia, el descaro de Venezuela y la fuerza de la sociedad civil

La última semana de abril se realizó la reunión para la revisión regional de implementación del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular, por la plataforma de Zoom de La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL). Durante estos tres días representantes de los gobiernos de la Región, de la sociedad civil y otros actores de interés mencionaron tanto los desafíos para la implementación en el pacto como los espacios ganados en cada uno de sus países.

Durante estos días, se discutieron temas sensibles para la vida de millones de personas en situación de movilidad en América Latina y el Caribe, en especial los venezolanos y centroamericanos, que han tenido que huir de sus países de origen porque los regímenes políticos que los secuestran, la violencia, la pobreza estructural, la corrupción y el deterioro de las condiciones climáticas, entre otros, han conspirado para negarles una vida digna.

A modo de resumen, los discursos oficiales mencionaron valiosas estadísticas e iniciativas que se han llevado a cabo para mitigar el sufrimiento de la gente; apuntaron a los 23 objetivos del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular con sus diez directrices generales, a saber: centrarse en las personas, cooperación internacional, soberanía nacional, estado de derecho y garantías procesales, desarrollo sostenible, derechos humanos, perspectiva de género, perspectiva infantil, enfoque pangubernamental y pansocial. Igualmente, mencionaron en reiteradas oportunidades el impacto de la pandemia mundial que ha agravado la situación política, económica y sanitaria en estos países.

Con respecto a las personas migrantes que viven con VIH, Alejandra Corao, directora interina de la Oficina Regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe, mencionó que esta condición era un aliciente para migrar de Venezuela y que garantizar el acceso a los medicamentos antirretrovirales en la Región impactaría de manera positiva en los costos de salud a mediano y largo plazo. Esta garantía pasa por poder acceder a la documentación en los países de acogida.

Como puntos a destacar, reconociendo los avances y las acciones de solidaridad que los países de la región han tenido con los grupos migratorios mencionados, la sociedad civil (SC) intervino para realizar preguntas que estaban fuera del libreto: ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? ¿Quiénes? Específicamente, Berenice Valdez Rivera, Coordinadora de Políticas Públicas del Instituto para las Mujeres en la Migración A.C. y representante del Bloque Latinoamericano, cuestionó ¿cómo será la implementación? ¿Cuáles son los indicadores? ¿Dónde se ven representadas las poblaciones LGBTIQ+? ¿Cómo se crearán las condiciones para que la gente no tenga que migrar? ¿Cuáles serán los mecanismos?

Valdez, realizó 5 propuestas en nombre de la sociedad civil. La creación de mecanismos de vigilancia permanente que sirvan para facilitar el diálogo entre los Estados con el liderazgo de la CEPAL y OIM; que se tenga una perspectiva de derechos e indicadores claros de los 23 objetivos del pacto que permitan medir el impacto de las políticas; que la construcción de las estrategias de abordaje y los indicadores cuenten con la participación protagónica de la sociedad civil; que exista un verdadero enfoque diferencial y de género; que se implemente una guía de trabajo para los Estados.

Por su parte Nancy Pérez, del Grupo Principal de Niños y Jóvenes por el cambio, desde las organizaciones de sociedad civil enfatizó la necesidad de que se incluyan a todos y todas, que se visibilicen las buenas prácticas de participación e incluyan experiencias de otras regiones, resaltando que “tiene que haber garantías del derecho a migrar y a no migrar también”.

Durante el evento, hubo varias intervenciones que rondaban los puntos tocados por Valdez y Pérez el primer día del encuentro. Además, fueron las primeras en ponerle nacionalidad a la crisis de movilidad que preocupaba a todos los presentes pero que, tal vez por diplomacia, nadie nombraba. Las personas venezolanas y centroamericanas, que hacen piel el horror de todo y la esperanza de tener algo, estuvieron en la boca de algunos representantes de países después de la intervención de la sociedad civil.

En medio de los discursos resaltó el de Daniela Rodríguez, viceministra para Temas Multilaterales del Ministerio del Poder Popular para Relaciones Exteriores de Venezuela, acusando a diferentes países, entre ellos Colombia y Ecuador, de “hipócritas” y de “crear una matriz de opinión sobre supuestos migrantes venezolanos”. En su intervención pretendió desmentir las estadísticas, los hechos, los reclamos, el clamor; mencionando como logro revolucionario los 139 vuelos de retorno voluntario que se han llevado a cabo.

No sorprendió el discurso oficial venezolano. Lo que fue realmente alarmante es que estuviese en la misma mesa en la que se discuten problemáticas asociadas a los derechos humanos. ¿Por qué un organismo como la CEPAL coloca en la misma mesa de las víctimas a sus victimarios? ¿Por qué a un país que tiene denuncias sobre violaciones sistemáticas a los derechos humanos, se le concede la palabra en espacios que deberían ser seguros para quienes buscan justicias por sus vidas desechas?

Las respuestas a estas preguntas tal vez formen parte de la integración, tanto concreta como simbólica de más de 5 millones de venezolanos, entre ellos muchos que viven con VIH, que se buscan la vida en diversos países de la región.

En conclusión, la posibilidad del cumplimiento de los objetivos del Pacto mundial y la resolución de la crisis migratoria que explota en la Región será posible en la medida de que los discursos se transformen en normas, políticas y acciones concretas. Además de la posibilidad de justicia para quienes pagan con sus vidas los costos de la diplomacia.

Acerca del autor

Constanza Armas

Psicóloga | Argentina
Organización:

Soy venezolana, migrante, feminista. Creo que la participación en los temas públicos de la sociedad civil organizada son la clave para una democracia verdadera. Creo en la libertad, por eso soy activista por los derechos humanos. Creo que todxs merecemos ser nombradxs, por eso intento tener mirada de género. Soy una indignada por los crímenes de lesa humanidad que ocurren desde hace años en Venezuela. Desde estos lugares escribo.

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