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Mujeres y VIH, la importancia de la sororidad y empoderamiento femenino

“No hay lugar para la complacencia o la aceptación de la violencia de género, si queremos poner fin al sida como emergencia de salud pública para 2030”, Winnie Byanyima.

En un espacio reducido, con infraestructura antigua, ambiente pequeño para los consultorios médicos, funciona el Centro Departamental de Vigilancia y Referencia de Cochabamba, lugar donde acuden las personas por atención médica y consejería referida a ITS, VIH y sida. Ahí conocí a dos mujeres.

Laura está embarazada y tiene VIH, viene de otro departamento porque considera que la atención médica para su parto será mejor en Cochabamba. Está junto a su familiar quien no podía creer lo que le está sucediendo a Laura. “Cómo es posible, todos nos hemos sorprendido, ella era la mejor de la familia, la que nunca ha tenido problemas, y que ahora esté así, no es posible”, menciona la familiar, mientras Laura agacha la cabeza y lagrimea.

Por otro lado está Andrea, quien hace poco se enteró que era positiva al VIH y está por empezar la medicación, tiene un mar de dudas y llora culpando a su pareja, tiene temor por su niño pequeño.

Tanto Laura como Andrea contrajeron el virus de sus parejas estables y padres de sus hijos, quienes las abandonaron. Ambas sienten miedo y no tienen información de cómo proceder y solo atinan a llorar ante el estigma y la incertidumbre de enfrentarse a lo desconocido, temido y nuevo para ellas.

El VIH y las mujeres en datos

ONUSIDA brindó datos importantes sobre el VIH en las mujeres y los contextos de violencia que refuerzan la transmisión.

Cada semana, alrededor de 5.000 mujeres jóvenes de entre 15 y 24 años contraen la infección por el VIH en el mundo y tienen el doble de probabilidades de vivir con el VIH que los hombres.

En África subsahariana, seis de cada siete nuevas infecciones en adolescentes de entre 15 y 19 años afectan a niñas.

En algunas regiones, la probabilidad de contraer la infección por el VIH es 1,5 veces mayor en el caso de mujeres que han sufrido violencia física o sexual dentro de la pareja con respecto a aquellas que no han sufrido ese tipo de violencia.

Una de cada tres mujeres y adolescentes de todo el mundo sufre violencia física o sexual por parte de sus maridos, parejas masculinas o extraños. Esta violencia se produce en sus hogares y barrios, que son los lugares en los que deberían sentirse más seguras. Y en esta horrenda estadística no se incluye a los millones de mujeres y niñas que se enfrentan a multitud de otras formas de violencia de género y prácticas perjudiciales.

Durante la COVID-19, las denuncias de violencia dentro de la pareja, matrimonio infantil y forzado, mutilación genital femenina y violencia sexual no han hecho más que aumentar.

Funciones del Sector de la Salud.

En los países con una alta prevalencia del VIH, la violencia dentro de la pareja puede aumentar las probabilidades de que las mujeres contraigan el VIH hasta en un 50 %. La violencia o el miedo a ella bloquean el acceso de las mujeres a los servicios y su capacidad para negociar el uso del preservativo, así como revelar su estado serológico o permanecer en tratamiento contra el VIH.

Muchas mujeres que viven con el VIH también sufren discriminación y la violación de sus derechos sexuales y reproductivos en los centros sanitarios. Las trabajadoras sexuales, las mujeres que usan drogas y las personas bisexuales y trans se enfrentan a riesgos excepcionalmente altos de contraer el VIH y sufrir violencia de género y agresiones sexuales, todo ello impulsado por el estigma, la discriminación y la criminalización relacionados con el VIH.

La sororidad y la información que ayudan a sobrellevar el VIH

En esa situación de tristeza y desinformación que vivían Laura y Andrea, aparecieron dos mujeres, que al verlas acongojadas se aproximaron a cada una y conversaron con ellas. “No tengas miedo, yo vivo con el VIH desde hace años, se puede vivir de manera normal si te cuidas”, se le escucha decir a una de ellas, dirigiéndose a Laura. Mientras la otra mujer le explicaba a Andrea qué hacer para llevar un embarazo teniendo un diagnóstico positivo al VIH.

Ambas las escuchan, consuelan, orientan, les hablan desde la experiencia, les brindan información, son amables con sus pares. Y muestran que ese es el camino. Con información adecuada, conociendo y exigiendo sus derechos, mediante el empoderamiento de las mujeres se conseguirá superar  el  estigma, la discriminación y el machismo,  y se podrá tener  acceso a servicios de salud amigables y garantizar su acceso al tratamiento.

La violencia basada en género y la estigmatización hacia las mujeres que viven con el VIH únicamente atrasa el camino hacia sociedades justas y equitativas.

País: Bolivia

Acerca del autor

Marlene Caero

Comunicación Social | Bolivia

Soy de Bolivia; estudie Comunicación Social, trabajo y aprendo de: la Comunicación para el Desarrollo, Género, Salud, VIH, Periodismo escrito y el audiovisual.

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