La actividad prevención, preparación y respuesta a las futuras pandemias fue una iniciativa de la Plataforma VIH 2025, Corresponsales Clave, ICASO y la Plataforma LAC, liderada por Javier Hourcade Belloc activista, fundador y editor de Corresponsales Clave y coordinador ejecutivo de la Plataforma VIH 2025.
La premisa de la actividad, que forma parte de una serie de propuestas formativas de estas asociaciones, fue que “el mundo se enfrenta a retos sanitarios globales sin precedentes” y después de los impactos económicos, sanitarios, políticos y sociales del COVID-19 vale la pena organizarse y construir puentes donde la sociedad civil pueda estar preparada. Sobre todo, ante la evidencia de las pérdidas de vidas y programas sobre VIH, TB y Malaria a causa de la pandemia.
En este sentido, “hay que entender que la COVID-19 es la primera de las grandes pandemias por venir” afirmó el activista, debido a que están dadas todas las condiciones para que esto suceda como los efectos del cambio climático, el aumento de los conflictos y desplazamientos que están afectando a la epidemiología de las enfermedades existentes y facilitando la aparición de otras nuevas, y la resistencia a los antimicrobianos (AMR), entre otros.
Partiendo de este panorama, la sociedad civil, las instituciones y los actores relevantes involucrados en la respuestas publicas deben anticiparse y contribuir a la construcción de sistemas resilientes que, tomando en cuenta los aprendizajes del COVID-19, se preparan, previenen, detectan y responden de una forma efectiva y humana.
Con respecto a la construcción de los sistemas resilientes la OPS afirma, en palabras de Hourcade Belloc
El campo de preparación para desastres y emergencias en salud hace referencia al conocimiento y las capacidades para anticipar, responder y recuperarse de forma efectiva de los impactos de eventos o condiciones de riesgo, probables, inminentes o actuales.
Para poder llevar a cabo estas acciones es necesario contar con recursos. El COVID-19 reflejó la necesidad imperiosa de mayor inversión en los sistemas de salud y en la respuesta a la Malaria, VIH y tuberculosis (TB). Además, mostró la urgencia de trabajo articulado que tenga como centro la sociedad civil.
Tanto El Fondo Mundial para la lucha contra el sida, la tuberculosis y la malaria (Fondo) como la Organización Panamericana de la Salud (OPS) realizaron aportes importantes que se rescataron en el encuentro. Como el hecho de que el Fondo es el mayor proveedor multilateral de subvenciones para fortalecer los sistemas de salud. A lo largo del ciclo de financiamiento 2021-2023, el Fondo invirtió 4.900 millones de dólares, es decir, 1.500 millones de dólares al año, en sistemas de salud formales y comunitarios.
En esta línea, Hourcade Belloc mencionó
Aunque el refuerzo de la preparación de los países no ha sido hasta ahora un objetivo explícito, estudios recientes, como el publicado en The Lancet en febrero de 2021, han descubierto que más de un tercio de las inversiones del Fondo Mundial para luchar contra el VIH, la tuberculosis y la malaria ya contribuyen a la seguridad sanitaria y la preparación para la pandemia.
Aparte de los necesarios recursos, el Fondo ha demostrado que, con la ciencia y una colaboración mundial eficaz, se puede hacer retroceder incluso a las enfermedades más mortíferas. Esto con la base del trabajo sostenido por 20 años en la respuesta al VIH la tuberculosis y la malaria.
Otro recurso con el que se cuenta es el Reglamento Sanitario Internacional (RSI) aprobado por la 58.ª Asamblea Mundial de la Salud en el 2005 es un instrumento legalmente vinculante que cubre medidas para prevenir la propagación internacional de enfermedades infecciosas que, entre otros aspectos, define las capacidades nacionales básicas, incluso en los puntos de entrada, para el manejo de los eventos agudos de salud pública de importancia potencial o real a escala tanto nacional como internacional, así como los procedimientos administrativos conexos.
Partiendo de estas líneas, en la presentación se dejaron ver senderos por los cuales transitar en las respuestas a las futuras pandemias y consolidación de sistemas resilientes, como son la institucionalización de un plan nacional de manejo de emergencias de salud; la elaboración y ejecución del plan de preparación y respuesta ante múltiples amenazas para la salud; la identificación y capacitación de equipos multidisciplinarios; actividades regionales de la secretaría del RSI; el análisis, seguimiento y evaluación de la capacidad básica del RSI; la elaboración de guías, materiales didácticos y procedimientos normalizados de trabajo y la ejecución de la iniciativa Equipos Médicos de Emergencia.
Para la OPS
Estas acciones, basadas en un profundo análisis de los riesgos de desastres y coordinación con sistemas de alerta temprana, incluyen los planes de contingencia, aprovisionamiento de equipamiento y provisiones, establecimiento de mecanismos de prueba y coordinación, concienciación de los riesgos y difusión pública de comportamientos de protección, y los entrenamientos y ejercicios asociados.
En todos estos aspectos vale la pena profundizar, teniendo en cuenta que durante los peores momentos del COVID-19 la redes y las organizaciones de pares, con el apoyo de multilaterales como el Fondo Mundial fueron, en muchos casos, las únicas respuestas que tuvieron las poblaciones clave. Ahora, en la fase de preparación, vale la pena echar mano de las herramientas y aliados que buscan impulsar el trabajo sostenido para la creación y fortalecimiento de sistemas resilientes.
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