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Reflexiones en torno al activismo contemporáneo

Cuatro mujeres activistas de la respuesta al VIH de Latinoamérica dan sus puntos de vista frente al activismo actual, marcado por la falta de recursos y el auge de las nuevas tecnologías.

Hace algunos días, mientras iba hacia la oficina en un bus lleno de gente, con una lluvia fuerte que caía en los vidrios y retumbaba en mi cabeza, en una ciudad gris no solo por el smog sino también por el estrés de su vida agitada, pensaba en mi papel de joven activista por los derechos humanos… o más bien divagaba en torno a la actualidad del activismo.

Miraba las calles llenas de agua por la lluvia y recordaba mis labores anteriores, comparándolas con las actuales. Ahora trabajo en algo que me gusta y que está ligado a mi profesión, pero supremamente lejano de la temática de los derechos. La diferencia: ¡me pagan! Y aunque tomé la decisión de dejar de lado el activismo me fue completamente imposible. Ahora, desde la independencia e individualidad sigo ejerciendo este rol en mis tiempos libres, ayudado por la tecnología y las bondades del activismo virtual.

Volviendo a mis reflexiones sobre el rol del activista en la actualidad, se me ocurrió consultar con cuatro mujeres activistas de Latinoamérica, ya que se aproximaba la conmemoración del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

Hice las mismas tres preguntas a Stefanie Chriss de Lima, Perú, activista por los derechos de las personas que viven con VIH/SIDA e integrante de la International Planned Parenthood Federation (IPPF); Manuella Donato, brasileña residente en Barcelona, España, miembro de Global Youth Coalition on HIV/AIDS (GYCA) y ex punto focal Regional Lationamérica; Diane Rodríguez de Guayaquil, Ecuador, persona trans presidenta de la Asociación Silueta X, institución que trabaja por los derechos humanos de las personas de la diversidad sexual; y Ainara Mayayo, española residente en Montevideo, Uruguay, joven activista en la Casa de la Mujer de la Unión. Estas son las ideas que intercambiamos.

Corresponsales Clave (CC): ¿Cómo crees que es el trabajo del activista por los derechos humanos y/o los derechos de las personas que viven con VIH en la actualidad? ¿Cuáles son sus fortalezas y dificultades?

 

 

Stefanie Chriss

 

 

Stefanie Chriss (SC): Una fortaleza es que hay grupos organizados liderados por personas que viven con VIH involucrados en espacios de toma de decisión, muchas veces influyentes en organismos decisores como los Mecanismos de Coordinación (MCP) del Fondo Global, y se les reconoce el avance que han logrado para llegar a estos espacios. Conocen sus derechos y vigilan ser atendidos, tienen a autoridades como aliados, a organizaciones de base, y personas que no necesariamente viven con VIH pero que se suman a la acción. Una debilidad es que aún, a pesar del tiempo de trabajo, las agendas de los grupos vulnerables (jóvenes, trabajadoras sexuales, hombres que tienen sexo con hombres, usuarios de drogas, etc.) están atomizadas. El activismo es de y para todas las personas involucradas, no solo para el protagonismo, sino para acciones precisas que ayuden a reducir casos y tasas de morbilidad y mortalidad en relación al VIH; y que las personas que viven con el virus puedan gozar plenamente de sus derechos, dignamente, sin discriminación ni estigma, que gocen de las mismas oportunidades, conociendo y defendiendo sus derechos.

Manuella Donato (MD): Creo que el principal desafío del activismo actualmente es que muchas violaciones de derechos se naturalizan, principalmente cuando se trata de cuestiones estructurales y que son fundamentales. Muchas personas ven a la política como algo ajeno, lejos de nuestro día a día, y por eso muy difícil de cambiar. Pero al mismo tiempo, ahí está la fuerza del verdadero activismo, que entiende que la política está hecha por cada uno de nosotros/as y que la acción de cada persona es fundamental para transformar las prácticas políticas y generar impacto en la vida de todos/as. Por eso el rol de las personas que viven con VIH es fundamental para enseñar al mundo que es posible y necesario, además de un derecho, vivir la vida libre de todo y cualquier tipo de discriminación, y que para la toma de decisiones políticas serias es necesario escuchar principalmente a las personas afectadas directamente.

Diane Rodríguez (DR): En fortalezas, los actuales activistas en derechos humanos y/o de personas que viven con VIH tenemos las tecnologías de información y comunicación (TIC) y que, sabiendo gestionarlas adecuadamente, podremos obtener resultados al alcance de un teclado. Esto está complementado con el desarrollo de las redes a través de Internet que ha facilitado los procesos de socialización y comunicación no solo a nivel nacional sino regional. Las dificultades están sujetas a la falta de fortalecimiento de estos activistas. Muchos se constituyen desde las luchas empíricas y esto los empodera momentáneamente. El activista en derechos humanos y/o de las personas que viven con VIH pasa por graves dificultades al no ser fortalecido. El conocimiento es poder, en este caso es poder de «capacidad». Otra de las dificultades que pasan los activistas es que debido al sistema capitalista en el que vivimos, abandonan sus luchas pues el activismo consume parte de nuestros tiempos y vida, y esto no es permisible ante la situación de supervivencia. Las motivaciones o necesidades no son perpetuas, siempre tienen un fin, y mucho más si estas son irrumpidas por la falta de recursos para su supervivencia, siendo absorbidos por el sistema para formar parte nuevamente del ciudadano común.

 

 

Ainara Mayayo

 

 

Ainara Mayayo (AM): El activismo en derechos humanos y derechos de las personas que viven con VIH ha sufrido cambios a lo largo de estos últimos años; la sociedad cambia y naturalmente las formas de intervenir en ella también se modifican. El mundo de las nuevas formas de comunicación ha supuesto para la transmisión y difusión de información un gran avance, las conexiones entre diversos activistas internacionales se facilitan a través del uso de las nuevas tecnologías, lo que potencia su efectividad y el sentimiento de estar luchando por algo global, una necesidad de todos y todas para prevenir, combatir y erradicar nuevas infecciones. Creo que uno de los puntos donde encontramos más dificultades dentro del trabajo en salud sexual y reproductiva, concretamente en VIH/SIDA, es que tras un gran avance en el alcance de la información y métodos preventivos o de mejora de tratamientos, el activismo llegó a una fase peligrosa donde el gran camino recorrido en ocasiones nubla el horizonte, sobre todo lo que todavía nos queda por alcanzar. Es importante reconocer los logros pero abandonarnos a ellos nos conduce a una situación que puede dar lugar a un retroceso o repunte de las infecciones.

CC: ¿Puede el activista vivir de su actividad como defensor de los derechos humanos?

SC: El activista defiende sus derechos cotidianamente, es algo transversal por lo que uno no recibe remuneración porque es la convicción con la que se lucha día a día. No es una fuente de ingreso ya que el activismo acompaña nuestras labores diarias, que pueden estar relacionadas directa o indirectamente con él, y es nuestro deber lograr la coherencia de nuestro discurso y la práctica.

MD: Aunque en el sistema en el que vivimos cada vez más el trabajo sea tratado desde el punto de vista meramente del mercado, de la competencia y la sobrevivencia, pienso que es posible que los/as defensores/a de derechos humanos puedan desempeñar sus actividades y al mismo tiempo mantenerse de forma digna. En ese sentido, hay que pensar que el/la profesor/a puede actuar como defensor/a de los derechos humanos, el/la funcionario/a público/a, el/la artista, en fin, creo que el ser defensor de los derechos humanos es más que todo una postura frente al mundo, la forma de actuar en lo cotidiano, en cada una de las más mínimas cosas. Es como la democracia, que es un valor: o crees en ella o no crees, no tiene sentido defender la democracia para tu país si en tu casa no te dispones a practicarla.

 

 

Diane Rodríguez

 

 

DR: Los organismos de financiación y cooperación nacional e internacional, por lo menos en la actualidad, no permiten el pago de rubros o reconocimientos reales por el valor desempeñado por el activista en derechos humanos y/o de las personas que viven con VIH. Inclusive este trabajo (y me incluyo) tiene que ver con horas fuera de oficina, con horarios y actividades extensas, con la finalidad de cubrir la pluriformidad de la problemática a la que se enfrenta el o la activista. Como máximo se reconoce un estipendio básico de supervivencia y en el que muchas veces ya está incluida la movilización y la alimentación. Incluso, ni siquiera se nos asegura legalmente con todas las leyes laborales y de seguro médico. Hay que resaltar también que a muchos activistas en derechos humanos y/o de las personas que viven con VIH tampoco se nos reconocen las llamadas «horas muertas» o el «costo de oportunidad» que perdemos (para el desarrollo personal) por el tiempo que desempeñamos en el activismo. Los activistas en derechos humanos y/o de las personas que viven con VIH también somos seres humanos. Parece increíble pero en este sentido no hay derechos para los activistas en derechos humanos.

AM: La persona activista es un actor social que tiene incidencia en el sistema de derecho y en el bienestar de las personas desde un entorno “micro” a otro más “macro”. Incide así mismo en la defensa de los Derechos Humanos, ya que el trabajo en SSRR supone la promoción de una vida saludable; y la salud dentro de todos sus parámetros supone salvaguardar los mismos. No podemos hacer distinción, trabajar en VIH/SIDA es trabajar por los DDHH.

CC: ¿Consideras que las nuevas tecnologías son una herramienta eficaz para el activismo? Si es así, ¿cómo las utilizas?

SC: Utilizadas adecuadamente considero que son una herramienta eficaz. Por ejemplo, las redes sociales, los foros virtuales, páginas exclusivas, links, como así también los espacios virtuales como Skype, entre otros, pueden ser utilizados para hacer difusión de información, discusión, recolectar información, reuniones, etc.

 

 

Manuella Donato

 

 

MD: Personalmente soy muy optimista en relación al uso de las nuevas tecnologías como herramienta para la diseminación de información, el conocimiento ampliado y la movilización. Hemos tenido importantes ejemplos en los últimos tiempos y los avances pueden tomar una proporción gigante. Pero hay que tener en cuenta que las nuevas tecnologías son solamente herramientas, y que el rumbo que toman sus avances depende totalmente del contenido que producimos y de la forma que las utilizamos. Así que es esencial nuestra reflexión acerca del poder de este instrumento y de la creación de formas positivas para utilizarlas.

DR: Definitivamente sí. Las TICs han mejorado la forma del activismo. En la actualidad podemos hacer concentraciones programadas casi al mismo tiempo en cualquier parte del mundo para incidencia política y pública, en solo unas horas y me atrevo a decir minutos de organización. No hace mucho hubo una concentración de jóvenes en un país «X», lo cual alborotó a las autoridades y que por su puesto impresionó; esto, con solo el uso de dispositivos celulares. Una prueba simple, real y actual de las nuevas tecnologías. En lo personal manejo mucho las redes sociales, lo cual mantiene en constante comunicación a quienes siguen mi activismo personal y por supuesto organizacional. Es más, la tecnología está avanzando tan velozmente, que desde mi criterio necesito actualizarme nuevamente. Sin embargo regresamos a otro punto y es que en nuestra organización –y en lo personal- no hay recursos para este fortalecimiento.

AM: Tal y como argumenté anteriormente, se trata de uno de los puntos clave en el activismo en este momento: nos permite avanzar en la comunicación, en el compartir y en la consecución de objetivos y proyectos comunes. Sentirnos parte de un objetivo común es una gran oportunidad para aunar esfuerzos e incrementar resultados.

Después de leer y releer las respuestas de mis colegas, seguía con dudas, pero en definitiva me he dado cuenta que el ejercicio de los derechos es de todas y cada una de las personas. Todas y todos podemos ser actores claves en los procesos de participación y lo podemos articular a través de las nuevas tecnologías, así que sigo en pie de lucha por dar respuesta a la epidemia del VIH en Latinoamérica y por el respeto de los derechos humanos… Ahora les pregunto: ¿luchamos juntos?

Acerca del autor

Diego Leonardo Mora

Bogotá, Colombia.
Organización: GYCA

Diego Mora es el representante para Colombia del Equipo de Corresponsales Clave para América Latina y el Caribe. Nació y vive en Bogotá, Colombia, tiene 27 años y es periodista.

Diego se especializa en Derechos Humanos, derechos de las personas de las poblaciones de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Trans (LGBT), derechos sexuales y reproductivos, prevención en el consumo de sustancias psicoactivas y VIH/ SIDA.

Trabajó en la Fundación Radio Diversia, primera señal de radio LGBT del país. Comenzó desempeñándose como locutor y luego como director del programa Soda Acústica, destinado a la prevención en el consumo de sustancias psicoactivas y autocuidado. También como Productor General de la emisora que, entre otras cosas, ha lanzado “Trépate al Derecho”, una campaña de difusión radial de derechos humanos y formas de no violencia para los sectores LGBT.

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