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“Sangre, sudor y lágrimas”: la oferta comunitaria en el Perú

Con muchas lecciones aprendidas, logros intermedios y poco espacio para comentarios, se dio la presentación del cierre del proyecto peruano de tuberculosis y VIH 2016 -2019. Un proyecto que se enfrentó a fuertes barreras en el sistema estatal.

“Nos ha costado sangre, sudor y lágrimas la implementación de la oferta comunitaria (de servicios de prevención y testeo)”, dijo muy sentido, Christian Olivera, el representante de Pathfinder International, receptor principal de la subvención que finaliza y cuyo cierre reunió el pasado jueves 4 de julio a las organizaciones y personas involucradas en la respuesta al VIH y la tuberculosis en el auditorio del Ministerio de Salud.

La primera Mesa presentó los logros en el componente comunitario de VIH.
Su expresión, que recoge también el sentir de las organizaciones de base implementadoras, resume lo difícil que fue sacar adelante una estrategia que, aunque gozaba del apoyo de activistas, académicos y hasta del mismo Estado, debió enfrentar grandes barreras en el sistema de salud, además del prejuicio y los estereotipos de funcionarios y funcionarias de salud.
El proyecto buscaba alcanzar a aquellas poblaciones clave que difícilmente se acercan a los servicios de salud debido a barreras relacionadas al estigma, discriminación y el maltrato al que muchas veces son expuestas. Buscaba fortalecer a organizaciones de base comunitarias que pudiesen ofrecer servicios de consejería y testeo voluntario a sus pares gais y trans, a quienes, en caso de un diagnóstico positivo, acompañarían a través del sistema de salud para vincularse al mismo y recibir medicamento antirretroviral.
La idea era sencilla, estábamos todos convencidos de que era el camino para cerrar brechas en el diagnóstico. Sin embargo, nadie imaginó que se encontraría tanta resistencia en el sistema de salud. La búsqueda de convenios con las Direcciones de Salud, instancias que suministrarían las pruebas rápidas y facilitarían la vinculación, debió superar no solo las iniciales barreras normativas y administrativas sino también los prejuicios de los funcionarios y la presunción de corrupción en las organizaciones de base comunitaria.
Las experiencias de las organizaciones afectadas por la tuberculosis fueron plasmadas en un breve video.
Para correr hacia las metas planteadas en el proyecto, las organizaciones de base comunitaria, agrupadas en lo que hoy se conocen como Mecanismos Coordinadores Comunitarios (MCC), buscaron donaciones de pruebas rápidas o las adquirieron con recursos propios de la organización. Así demostraron, aunque tarde, que la estrategia funciona, que las tasas de diagnóstico que los MCC alcanzaban estaban alrededor del 10%, muy por encima de las tasas reportadas por campañas del aparato estatal; es decir, estaban llegando a las poblaciones clave. Hoy, todos los MCC reciben recursos del Ministerio de Salud.
La selva es otra cosa
En muchos temas, los procesos en las regiones alejadas de la capital suelen ser distintos. En esta oportunidad fue para mejor; según Martha Del Castillo Morey comentó que el trabajo con las Direcciones de salud en la selva fue fluido.
Sin embargo, señaló que, en un contexto donde el modelo de los MCC no está aún instalado y fortalecido, es necesario asegurar mínimos para la continuidad de su trabajo, con las instalaciones básicas y el personal que pueda brindar la consejería y realizar las pruebas.
El fortalecimiento en tuberculosis
El proyecto de tuberculosis también incluyó un eje de fortalecimiento de organizaciones de la sociedad civil y de base comunitaria que apuntara a apoyar y sostener la respuesta sanitaria. Así, diversas organizaciones orientaron sus esfuerzos a vigilar el cumplimiento de estrategias que se habían debilitado o que eran muy susceptibles a la corrupción, como el caso de las canastas Pan TB, una canasta básica de alimentos que son gestionadas a nivel de las municipalidad provinciales y cuya ejecución dejaba mucho que desear.
Las organizaciones de personas afectadas por la tuberculosis también aportaron al fortalecimiento de la adherencia al tratamiento, haciendo seguimiento a las personas. Una de ellas, de la ciudad de Trujillo, el año pasado alcanzó cero abandonos de tratamiento en su ámbito de intervención.
Entre las experiencias exitosas, Mercedes Ynca Quispe, de la Asociación de afectados por tuberculosis de Huaycán, un distrito al este de Lima, destaca la inserción en los programas sociales de las personas afectadas por la tuberculosis y de sus familiares intradomiciliarios. “Principalmente, nos quedamos con aquellos que tenían beneficios más directos, como el programa A trabajar, el Seguro Integral de Salud, el Vaso de Leche, Alegra (un programa de acceso a justicia” y, yendo más allá de los que exigía el proyecto, que era postular a los programas, la organización dio seguimiento y aseguró su incorporación a los programas. “Una actividad clave que sí vamos a continuar es la inserción en programas sociales”; finalizó Ynca en conversación con Corresponsales Clave.

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Un nuevo proyecto se inició en julio, de inmediato, esta vez bajo la administración de Care Perú y se espera que los primeros seis meses se continúe con el eje de fortalecimiento de organizaciones comunitarias y las estrategias que las organizaciones sostenían.
Esperamos también que las lecciones efectivamente se aprendan para alcanzar las metas que nos hemos propuesto y revertir el impacto de la tuberculosis y el VIH en el Perú.

País: Perú

Acerca del autor

Lídice López Tocón

VIH y Derechos Humanos | Perú
Organización: Corresponsales Clave

Licenciada en Psicología Social y con una fuerte vocación de comunicar la situación de la respuesta al VIH y en derechos humanos de las personas más marginalizadas en América Latina y el Caribe.

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