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Ser pobre, cholo y maricón en Latinoamérica

Por Harold Mendoza.-

Edgar Soliz, miembro del movimiento Maricas – Bolivia, presentó una reflexión denominada por el expositor como “sanadora, de auto-etnografía y necesaria para la población LGBTQ en Bolivia”, en el marco del curso virtual  “Diversidades Sexuales Ancestrales: Indígenas, Originarias y Campesinas”, organizado por Mano Diversa, una organización LGBTQi+ de Bolivia.

Más de 60 personas de toda Latinoamérica atendieron la presentación de Soliz, quién se identifica como indio-quechua y maricón. Soliz narró su historia como hijo de minero indígena migrante y su madre, comerciante chola, quienes fueron  relocalizados a la ciudad de Oruro, a mediados de los años 80. Una vez llegado a la ciudad, sufrió el racismo por su origen étnico indígena y cholo, y asegura que “muchos bolivianos y bolivianas negamos nuestra identidad indígena” y paralelamente a su identidad indígena, acompañaba la experiencia discriminatoria por ser marica en un entorno familiar de baja escolaridad y machismo.

Edgar Soliz Guzmán, Movimiento Maricas – Bolivia

Esta realidad de discriminación llevó a Soliz a la exploración autoetnográfica, e inició su búsqueda bibliográfica hallando documentos de cronistas españoles quiénes narran sobre la existencia de las diversidades durante la invasión y colonización del territorio ahora denominado América. En el lenguaje de los cronistas, aparece la denominación de “sodomitas y sodomía” en los pueblos conquistados para referirse a personas con sexualidad diferente a la heterosexualidad, mismos que fueron asesinados y dados como comida a los perros.

A partir de estas crónicas de la conquista encuentra que ya desde el lenguaje de los colonizadores se imprime el desprecio al encontrar a indígenas en prácticas sexuales diversas a la norma católica de colonizadores españoles, ejerciendo así, desde el lenguaje, también un adoctrinamiento religioso e imposición de la heterosexualidad como la única posibilidad de entendimiento de lo civilizatorio.

Posteriormente, Soliz reflexionó sobre el neocolonialismo, en el que se cuestionó la palabra “gay” en Bolivia. Desde las ONG se muestra personas blancas, musculosas, de clase media alta y felices. No le representaba, según dijo, “porque nos veíamos, marrones, pequeñas, gordas, indias, periféricas y no nos hacía sentir representadas en aquello “gay” y por esto se recupera desde la política y lo popular la autodenominación de “maricas”.  En este punto, el activista también interpela el lenguaje y propone una acción política de tomar el insulto (marica) como identidad.

Soliz recupera desde la política y lo popular la autodenominación de “maricas”.

Más tarde, cuando Soliz decide pasar a la acción política y de activismo, narra cómo encuentra en los movimientos LGBTQ de finales de los años 2010, la presencia de machismo, clasismo y racismo al interior de estos movimientos. De igual manera interpela la no identificación de las banderas gais, que también reproducen civismos y nacionalismos coloniales. También cuestiona la marcha del orgullo como un acto con vacíos en cuestiones políticas y de derechos de la población LGBT en Bolivia.

Concluye que encontró en la auto identificación como indio y cholo la herramienta desde el lenguaje para enfrentar el racismo dentro de la comunidad LGBTQ y la alianza con otras personas, que al igual que é, se autodenominan como maricas, machorras y travas y también recuperando las identidades indias, indígenas y cholas.

La presentación de Edgar Soliz revela la problemática de la discriminación múltiple vivida por millones de personas en Latinoamérica y el Caribe, misma que afecta directamente el ejercicio de derechos. ¿Se encontrará esta población más atrás en lo referido al acceso, atención y políticas de salud? ¿Estará esta población más vulnerable frente al VIH? Sospechamos que sí, pero reservamos el tema para otro artículo.

*Este artículo fue desarrollado en el marco del Curso de Corresponsales Clave 2021

País: Bolivia

Acerca del autor

Harold Mendoza

Harold Mendoza Ferrufino, más conocido como Hari, es boliviano y vegetariano. Comunicador para el desarrollo con más de 20 años de experiencia en Derechos Humanos, poblaciones vulnerables, como personas migrantes y sus familias, adolescentes en situación de calle, personas con discapacidad y poblaciones clave en la respuesta al VIH. Apasionado por el arte, idiomas, cultura e historia andina.
Es un convencido de que la información salva vidas.

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