El primer expositor de la plenaria fue Paul Semugoma, quien forma parte del MSMGF, es gay y trabaja como médico en Uganda en programas de servicios para hombres que tienen sexo con hombres (HSH). Semugoma afirmó: “Los HSH existen en todas partes, en todos los países del mundo. Yo he hablado con mis colegas médicos en Uganda y les pregunto si atienden HSH. Ellos dicen que no, que no preguntan sobre la orientación sexual. Esto demuestra la profunda invisibilidad y negación”. Y agregó “en países de alta prevalencia, como muchos en África, los HSH tienen cuatro veces más chances de contraer VIH.”
El presentador detalló los diferentes aspectos de la represión y la criminalización, que han llegado al extremo de encarcelar a los activistas HSH que se manifestaron en la conferencia regional ICASA. Además, hay muy pocos estudios sobre HSH en cualquiera de estos países, es muy difícil reclutar personas para participar por la fuerte discriminación.
“Todos hemos estado diciendo que tenemos las herramientas para terminar con el SIDA. Por la negación y la invisibilidad, por tener la cabeza dentro de la arena, sin evidencias y sin las posibilidades de acceder a nuestra población esto será imposible”, concluyó Paul.
La siguiente plenaria estuvo a cargo de Cheryl Overs, una pionera en los estudios sobre trabajo sexual y movilización de mujeres trabajadoras sexuales. Usando la metáfora más repetida de la semana, explicó qué cosas trae la corriente o la “marea” (tide en inglés) a las “playas” (jugando con la palabra puta y playa que suena muy parecidas en inglés). La lista incluía: violencia, rechazo familiar, recuperación o salvación forzosa, falta de protección para los hijos, falta de acceso a la seguridad social o beneficios jubilatorios, pruebas científicas o protocolos antiéticos, condena social o religiosa, abuso policial, crímenes de odio impunes, restricciones de viaje y, por último, la violencia institucional, policial, de los propietarios de negocios, clientes y profesionales de la salud.

La prevención como tratamiento puede ser un cambio de juego muy importante, sobre todo cualquier abordaje que ponga el poder en las mujeres, pero sabemos que no hay dinero para hacer ambas cosas, la prevención tradicional y la biomédica. Los clientes quieren liberarse de los condones pero el tratamiento como prevención no va a proteger a las mujeres trabajadoras sexuales de las infecciones de transmisión sexual.
“En muchos de los países en vías de desarrollo, cuando una trabajadora sexual se acerca a un servicio es identificada. En estos países el trabajo sexual es ilegal. Si resulta VIH positiva es altamente probable que la condenen en la justicia. Pero los servicios son ofrecidos solamente a aquellas mujeres trabajadoras sexuales que acceden a ser testeadas”, explicó Cheryl.
“Hagan que el trabajo sexual sea legal. Involúcrenlas en los programas. Ellas son las mejores para ofrecer abordajes costo-beneficio para las intervenciones. Los recursos deben ser dirigidos a ellas y el poder también. Señores de los gobiernos y de las Naciones Unidas: ¿a cuántas trabajadoras sexuales contratan ustedes? Terminen con la moralización y la teorización. Las trabajadoras sexuales no son solo una categoría de población clave; son personas de la comunidad. Le pido al Gobierno de los EE.UU que retire la norma antiprostitución de PEPFAR, que cambie las políticas de tráfico y levante las restricciones de viaje”, concluyó Cheryl al grito de “¡el trabajo sexual es trabajo!”.

Debbie McMillan fue la siguiente expositora, una mujer americana trans afrodescendiente, ex usuaria de drogas, trabajadora sexual y privada de libertad. Su presentación se centró más en su historia de vida, que incluyó el temprano abandono de su madre -quien también era usuaria de drogas- y los diferentes ingresos a la cárcel (de varones) por ejercer el trabajo sexual y por tenencia de drogas, ocasiones en las que fue víctima de mucha violencia sexual.
“Cuando mi madre me abandonó siendo niña, me dejó en la casa de mi abuela con una taza, un plato y una cuchara. Luego crecí y enfrenté con dignidad muchos desafíos, mucha violencia y luché por un lugar en el mundo Pero cuando hace poco tiempo me enfermé y estaba esperando en la guardia por un médico, este salió y me llamó por mi nombre masculino, el de nacimiento. Fue una trompada en el estómago. Volví a sentir que me dejaban con un cuchara, una taza y un plato en este mundo”, expresó McMillan.
Debbie, como ciudadana norteamericana, instó al Gobierno a terminar con todos los abusos, leyes y restricciones criminalizantes desde la organización Transgender Health Empowerment en Washington.
Creo que estos tres discursos del día han sido emocionantes, inspiradores, políticos y revolucionarios. No requieren ningún tipo de análisis editorial ya que hablan por sí solos. Tres líderes dijeron la verdad hoy por la mañana frente a miles de delegados.
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