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Violencia de género y “feminización” del VIH en República Dominicana

En un país que detenta el índice más alto de feminicidios de la región y donde más del 57% de las personas que viven con VIH son mujeres, urgen las respuestas integrales orientadas a la protección de los derechos de las mujeres. Por Vladimir Encarnación Jáquez.

Desde inicios de los años 90, cientos de programas, proyectos e iniciativas sobre VIH y SIDA han sido desarrollados en República Dominicana; no obstante ello, la tendencia a la feminización del VIH y sus efectos en la sociedad, se han hecho evidentes recientemente. Resulta difícil atacar las causas de esta tendencia en un país donde miles de mujeres viven diariamente el estigma, la discriminación y los patrones culturales “conservadores y machistas”, si solo se piensa en respuestas sanitarias.

Víctor Terrero, Director del CONAVIHSIDA

Según estimaciones oficiales del Consejo Nacional para el VIH y el Sida (CONAVIHSIDA), de las 43,945 personas que viven con VIH y SIDA en República Dominicana, 25,230 son mujeres. En este sentido, Víctor Terrero, Director del CONAVIHSIDA, en declaraciones al diario El Caribe, exhortó a las mujeres a negociar el uso del condón con sus parejas. “Estamos preocupados por el aumento de los casos de VIH en las mujeres, especialmente en las jóvenes, y queremos exhortarlas a que exijan a sus parejas, sean permanentes u ocasionales, el uso del condón”, señaló.

Pero, ¿Cómo negociar el uso del condón en condiciones de inequidad y desigualdad? ¿Cómo garantizar la autonomía y la capacidad de decidir de las mujeres en una sociedad machista y donde ellas son víctimas de abusos, vulneración de derechos y todo tipo de manifestaciones de violencia por parte de su pareja?

República Dominicana ocupa el primer lugar en América Latina en situación de violencia basada en género con 21 feminicidios por cada millón de mujeres (9 es el promedio en la región), y es evidente la vinculación entre violencia y VIH. Como resultado, cada día más mujeres adquieren VIH, sin posibilidad alguna de evitarlo.

A todo esto se suma la incertidumbre que viven las organizaciones gubernamentales y no gubernamentales que trabajan en el área, cuyos recursos para financiar la respuesta nacional se han visto reducidos,principalmente de parte del Fondo Mundial, y la falta de compromiso de un Estado que no termina de asumir su rol como garante de los derechos de la población.

¿Qué hacer frente a este panorama tan sombrío?

Es evidente que la respuesta debe venir del Estado, que debe garantizar soluciones integrales donde las iniciativas, programas y proyectos de prevención y atención de VIH y SIDA estén vinculados a los servicios de atención en Salud Sexual y Salud Reproductiva,  y más allá, ligados a los programas de atención y denuncia de las fiscalías en casos de violencia de género. La evidencia ha demostrado que la respuesta al VIH, no puede limitarse a los temas sanitarios, intervienen determinantes  sociales, valores, comportamientos, actitudes y derechos.

Es cierto, tal como lo recuerda el director del CONAVIHSIDA, que el uso sistemático del condón en las relaciones sexuales evita la infección por VIH; pero aferrarnos a este único aspecto, sin considerar el contexto, coloca a la mujer en una posición de vulnerabilidad aún mayor frente al VIH y a la violencia, ya que se pierde de vista la importancia de programas de protección a la mujer.

Ante la situación de eminente feminización de la epidemia, República Dominicana debe poner en marcha múltiples mecanismos de atención de las necesidades de las mujeres, yendo más allá de la respuesta sanitaria, y garantizar la protección de todos sus derechos y un entorno libre de violencia.

País: República Dominicana

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Corresponsales Clave

1 Comentario

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  • Pienso que también debemos fomentar iniciativas para educar desde afuera a la población masculina; cuando digo desde afuera, me refiero a hacerlo de igual forma que se hace con las mujeres. Mi experiencia en trabajo comunitario me ha dejado claro que cuando las mujeres exigimos el uso del condón a nuestra pareja, se genera, en el 80% de los casos, un episodio de violencia.
    En mi territorio de trabajo lo hemos abordado desde las comunidades de fe y el resultado ha sido, aunque no el esperado, pero considerado bueno.