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Venezuela muere a la luz de las velas

El jueves 7 de marzo, en Venezuela, se registró un apagón nacional que dejó a oscuras a más del 90% del país. Desde ese día, el servicio eléctrico ha sido intermitente, por lo que los Centros de Salud se han quedado a oscuras, se han perdido medicamentos que requieren cadena de frío y decenas de personas han muerto al no recibir atención. El Estado no ha tomado ninguna medida de emergencia, mientras el país muere a la luz de las velas.

Venezuela está atravesando una profunda crisis humanitaria que ha dado pie a la mayor oleada migratoria de la Región. Los que se quedan resisten en un país famélico en el que solo se puede planificar el día a día. A esta situación, que innumerables organizaciones de derechos humanos han denunciado, hay que agregar el colapso del sistema eléctrico ante la falta de mantenimiento, de personal calificado para sondear la falla y hacer trabajo preventivo y la corrupción. Venezuela se quedó a oscuras afectando a toda la población y especialmente a la más vulnerable, las personas más pobres y las que viven con enfermedades crónicas como el VIH.

El personal de salud ha tenido que operar a la luz de lámparas de celulares.

Para poder brindar un panorama claro de como la personas venezolanas, dentro y fuera del país vive este apagón, describimos aquí algunas de las aristas de esta crisis –advertida desde el 2002- y buscamos dimensionar lo grave de la situación, más allá de las fronteras y llamar a la reflexión y la empatía, sabiendo que quienes están más afectados son las personas que viven con VIH y cáncer.

En principio, la falta de electricidad en los primeros días del apagón comenzó a descomponer la poca comida de la que disponía la gente en sus casas, haciendo que se la comieran y que regalaran el excedente, rompiendo así con el protocolo de racionamiento que los ha acompañado los últimos años. Muchas carnicerías y supermercados hicieron lo propio, y pusieron a disposición de las personas carnes (en dudoso estado) que ellas, en medio de la confusión y el desespero, consumieron. Hoy nos preguntamos: ¿Qué pasará luego de esta crisis? ¿Cuántos negocios estarán disponibles para la gente? ¿Cómo se están alimentando las personas con condiciones crónicas?

En este escenario, comenzaron los saqueos a negocios, supermercados y farmacias -grandes y pequeñas-. También los robos masivos, algunos de ellos se registraron en las largas colas para echar gasolina que se formaron en los primeros días del apagón. Solo unas pocas estaciones de servicios estaban y están disponibles y muchos exigen pago en efectivo, un reto titánico en la Venezuela hiperinflacionaria de hoy. Solo algunos pocos tienen la capacidad de tener tantos billetes disponibles para llenar un tanque en el país con el combustible más barato del mundo. Esta situación generalizada, ha hecho que no se preste el escaso servicio de transporte del que disponen los habitantes de este país sin rumbo y que la gente use sus autos particulares de forma prudente. Ahora toca preguntarse ¿cómo hace la gente para trasladarse? ¿cómo hacen las personas con enfermedades crónicas para moverse a buscar comida, medicinas o ir a un centro de salud?

En Hospitales y otros Centros de Salud tampoco hay luz. Las pocas plantas eléctricas disponibles dejaron de funcionar los primeros días del apagón, no hay servicio en las emergencias y las imágenes revelan a médicas y médicos trabajando en quirófanos con la tenue luz de un celular. Se han reportado personas muertas, no se sabe cuántas con exactitud, debido al cerco comunicacional que mantiene el gobierno venezolano. Las preguntas que siguen son: ¿cómo hace la gente para curarse en Venezuela? ¿cómo harán las personas con enfermedades crónicas para atenderse en los centros de salud? ¿cómo hacen para informarse?

La situación de las morgues también es caótica, no hay donde conservar fríos los cuerpos en descomposición y tampoco sirven muchos crematorios porque requieren electricidad. Hay denuncias de la hediondez que se vive en las cercanías de estos lugares, recolectores de cuerpos vencidos por la crisis. Esto nos hace preguntarnos ¿Dónde se va a morir la gente en Venezuela? ¿Dónde van a llorar a sus muertos las familias venezolanas?

El servicio telefónico también fue interrumpido y hoy sigue funcionando de manera intermitente. La gente está incomunicada dentro y fuera del país. En las redes sociales y otros espacios, los venezolanos que están fuera denunciaban que no se habían podido comunicar con sus familias por varios días, que no sabían como estaban y que tampoco podían mandarles remesas porque el sistema bancario no servía. Fueron y son momentos muy tensos para la diáspora venezolana que acumula trasnochadas, impotencia, rabia y tristeza. ¿Cómo está haciendo la familia trasnacional en la que alguno de sus miembros tiene una condición crónica? ¿cómo vamos a reparar a toda esta gente rota?

Entre tanto caos y desesperación, se escuchan las alertas de una posible emergencia sanitaria porque desde que se fue la luz tampoco hay agua. La emergencia sanitaria, en el contexto de emergencia humanitaria que atraviesa Venezuela desde hace algunos años, sugiere que lo que se ha vivido hasta ahora no es nada comparado con lo que se avecina. Ya hoy hay cientos de personas sacando agua de ríos contaminados, bañándose en cloacas, exponiéndose a comida podrida, entre otros. La falta de agua, a pesar de todo lo que se ha vivido estos últimos años, se ha convertido en la mayor preocupación. La pregunta que queda es ¿nos van a dejar morir?

 

La Respuesta oficial nos está matando

Tras siete días del apagón que tiene a los venezolanos dentro y fuera del país en vilo, el Estado Venezolano aún no ha desplegado ningún plan de atención concreto para palear la crisis eléctrica que atraviesa el país (para conocer un poco más sobre el tema consultar: ¿Cómo llegó Venezuela a la crisis eléctrica actual? y El dinero de la crisis eléctrica venezolana se escondió en Suiza). La respuesta oficial, al igual que en el año 2010, cuando hubo un primer apagón Nacional, lo atribuye a un sabotaje cibernético por parte de países extranjeros. Sin embargo, de la crisis eléctrica se habla en Venezuela desde el año 2002 y el Estado ha destinado fondos multimillonarios para hacer el mantenimiento, construir represas nuevas y hacer un parque eólico que aún no existen. Por cierto, tampoco existe el dinero que se asignó.

El domingo 10 de marzo, el General Padrino López, en una locución, afirmó que “No hay nada que reportar de importancia al paísal tiempo que El vicepresidente de Comunicación, Cultura y Turismo de Venezuela, Jorge Rodríguez, anunció la orden de Nicolás Maduro de suspender las actividades laborales y académicas el lunes 11, el martes 12 y el miércoles 13 de marzo. El viernes anterior tampoco hubo actividades académicas ni laborales por orden de los funcionarios. Lo que nos lleva a hacernos la pregunta fácil ¿si no está pasando nada porque suspender las jornadas laborales y académicas?

El Estado también comentó que ha dispuesto más de 100 efectivos militares en diferentes espacios de la geografía nacional, lo que se ha traducido en mayor represión de las protestas de gente que desesperadamente busca alternativas para mantenerse con vida.

Así mismo, Nicolas Maduro y sus funcionarios se han dispuesto a perseguir periodistas y defensores de los derechos humanos, como es el caso de Luis Carlos Diaz, que se dio a la tarea  de denunciar cada uno de los aspectos que se mencionaron antes y que personalmente vive. En esta línea de intimidación a periodistas, cerco comunicacional y falta de respuesta institucional, en las redes sociales destacó un video en el que un presunto funcionario chavista ante la pregunta ¿Desde cuándo la gente no tiene el vital líquido (refiriéndose al agua)? Respondió “dime quien es tu presidente”, haciendo referencia a la tensión política que se vive entre el presidente de la Asamblea Nacional y presidente interino Juan Guaidó y Nicolas Maduro.

Los saqueos han tomado los supermercados y otros negocios de las ciudades.

La única institución que hizo referencia a la crisis eléctrica y de agua que vive el país fue la Asamblea Nacional de la República, que en la voz de Guaidó decretó estado de alarma en todo el territorio nacional debido al apagón nacional sostenido. El funcionario también realizó múltiples visitas a nivel nacional para constatar el estado de los hospitales y los poblados más pobres y afectados por la crisis.

Respuesta de la sociedad civil

Ante esta situación de emergencia, desesperación y dolor la respuesta de la sociedad civil, las universidades y otros partidos políticos ha sido ejemplar. Diferentes organizaciones han destinado sus redes y espacios para brindar información de cómo mantener alimentos, han hecho redes de solidaridad para conseguir agua y otros elementos que han surgido como necesidad a medida que la emergencia escala.  Instituciones como Provea, El centro de derechos humanos de la UCAB, el Foro Penal venezolano, Cecodap, entre muchas otras, han servido como espacios de denuncia e información. Así mismo, centenares de voluntarios que están trabajando para mantener vivos los comedores populares como por ejemplo el proyecto Alimenta la solidaridad y Proyecto nodriza ubicados en sectores vulnerables de la capital venezolana  merecen una ovación de pie.

Si bien estas iniciativas son luz entre tanta oscuridad, no son suficientes para palear de manera integral lo que está ocurriendo.  El Estado venezolano es responsable y no está haciendo nada. ¿Hasta cuándo vamos a seguir sobreviviendo así? ¿Cuántos muertos más vamos a contar?

#SOSVenezuela

#AyudaHumanitariaParaVenezuela

#MaduroVeteYa

#VenezuelaAOscuras

@foropenal @cecodap @miconvive @alimentalasolidaridad @proyectonodriza @fpv_ve (federación venezolana de psicólogos) (Instagram)

País: Venezuela

Acerca del autor

Constanza Armas

Psicóloga | Argentina
Organización:

Soy venezolana, migrante, feminista. Creo que la participación en los temas públicos de la sociedad civil organizada son la clave para una democracia verdadera. Creo en la libertad, por eso soy activista por los derechos humanos. Creo que todxs merecemos ser nombradxs, por eso intento tener mirada de género. Soy una indignada por los crímenes de lesa humanidad que ocurren desde hace años en Venezuela. Desde estos lugares escribo.

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