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Sida, una pandemia en el olvido

El lunes 12 de junio del 2023, en el ámbito de la 77va Asamblea General de las Naciones Unidas, se realizó el informe anual de avances sobre VIH y sida, práctica introducida como parte de la declaración de compromisos de la Reunión de Alto Nivel del 2021.

En la Declaración política sobre el VIH y el sida: acabar con las desigualdades y estar en condiciones de poner fin al sida para 2030, aprobada por la Asamblea General en su resolución 75/284, del 8 de junio de 2021, los Estados Miembros se comprometieron a lograr las metas mundiales que pondrían al mundo en la senda para alcanzar el objetivo histórico de poner fin al sida para 2030, como se enuncia en la meta 3.3 del Objetivo de Desarrollo Sostenible 3.

Para cumplir las metas básicas, hay que reducir el número mundial de nuevas infecciones por el VIH al año a menos de 370.000 y el número de muertes relacionadas con el sida a menos de 250.000 para 2025. Para alcanzar esas metas, es preciso contar con programas de salud sólidos y tomar medidas resueltas a fin de eliminar las desigualdades que privan a las personas de su derecho a la salud, según el Informe del secretario general y adoptado por la resolución 77/877.

César Núñez, director de la oficina de ONUSIDA Nueva York lideró la reunión.

El número de nuevas infecciones por el VIH en el 2021, a escala mundial (1,5 millones [1,1 a 2,0 millones]) fue inferior a todos los años anteriores desde fines de la década de 1980 y representó casi una tercera parte (32 %) de la cifra correspondiente a 2010 (Figura 1). Los progresos observados fueron especialmente importantes en las regiones que presentaban las cargas más altas de VIH: África Subsahariana consiguió disminuir un 44 % el número anual de nuevas infecciones.

El número mayor de nuevas infecciones y dónde no se han experimentado grandes avances es entre las poblaciones clave, a saber, hombres gais, HSH, personas trans, trabajadoras sexuales, personas privadas de la libertad y personas usuarias de drogas. Hay regiones del planeta dónde el número de nuevas infecciones en las poblaciones clave se ha incrementado un 45% si se compara con los datos del 2010. En América Latina y el Caribe, lo que pareció una curva descendente se ha estancado. Si queremos acercarnos a las metas de la Estrategia Global de Sida y la Declaración Política del 2021, urge acelerar el paso en el acceso a la prevención combinada, la prueba diagnóstica y los tratamientos antirretrovirales, apalancando y acelerando los logros en los países con epidemias generalizadas y reactivando la oferta y demanda de servicios en poblaciones clave. Curiosamente, desde el 2021 hemos visto una agudización de la criminalización de las poblaciones clave en un amplio espectro de países en todas las regiones. Este fenómeno anti-derechos pone en riesgo la contención del VIH en las poblaciones más afectadas, entre otras consecuencias relacionadas con la violación de los Derechos Humanos.

Cada minuto que pasa se pierde la vida de una persona con VIH en el mundo. Sin embargo, la pandemia del COVID19, además de dejar los sistemas de salud devastados y muchas personas con y sin VIH desfazados de los servicios, dejó la percepción de que el VIH y el sida han dejado de ser una crisis sanitaria global. Que no es otra cosa que una pandemia con cuarenta años de existencia.

A pesar de que la inversión doméstica en la respuesta al VIH aumentó un 49% en la última década, aún la mayoría de los países de renta media y baja tienen una dependencia fuerte del financiamiento bilateral (por ejemplo, PEPFAR) y multilateral (por ejemplo, el Fondo Mundial para el sida, la tuberculosis y la Malaria). Sin embargo, estos mecanismos de financiamiento externo se encuentran amenazados por un desplazamiento de las prioridades en los principales donantes. Es difícil imaginar hoy que, en dos años, el Fondo Mundial podrá asegurar un reaprovisionamiento de un monto neto superior a 15 mil millones de dólares americanos. Esta posible nueva realidad obligará a los principales mecanismos financieros a agudizar su concentración de programas en una veintena de países, abandonando aquellos que son de epidemias concentradas en poblaciones clave.

“El mundo pagará muy caro no cumplir esas metas. Dadas las tendencias actuales, al menos 1,2 millones de personas contraerán el VIH en 2025 (tres veces la meta) y millones de personas VIH-positivas necesitarán tratamiento y atención de por vida, lo que aumenta el costo de la respuesta a la infección a muy largo plazo y sobrecarga aún más los sistemas de salud y a las comunidades”, afirma el informe del Secretario General preparado por ONUSIDA.

La trayectoria actual nos aleja de todas las metas comprometidas en el 2021, las de la Estrategia Global del sida y de la Declaración Política de la Reunión de Alto Nivel 2021. Esto no solo desnuda la falta de compromiso de los Estado Miembros, sino que tendrá un costo de 460.000 vidas para el 2025. Fallar en alcanzar las metas en dos años y medio condiciona alcanzar las metas del 2030, año en el que el mundo se comprometió en poner fin al sida como amenaza a la salud pública.

Percibimos con preocupación una tendencia en la que el VIH cae fuera de las agendas de los principales tomadores de decisión nacionales, exacerbado por la invisibilidad en la agenda política y en los medios de comunicación.

El silencio y las carencias de narrativas que empujen a la acción y obliguen a la rendición de cuentas son los síntomas de un subconsciente colectivo que ha dado por terminada esta pandemia. Los escenarios planteados y los modelajes matemáticos nos alertan que la crisis está lejos de haber concluido. Muy por el contrario, al incrementar el estigma, la discriminación y criminalización de las poblaciones claves, estamos dejando detrás y fuera a las poblaciones más marginados.

Urge incrementar la inversión doméstica en salud y VIH, sumado a acciones basadas en la ciencia y la salud pública, en las antípodas del pensamiento religioso que hoy avanza en los ámbitos legislativos y ejecutivos de nuestros gobiernos. En los países de nuestra región debemos incrementar rápidamente la oferta de servicios de prevención combinada que incluyan el diagnóstico y tratamiento de las ITS y el VIH, como también, el acceso a condones y la profilaxis pre-exposición. Debemos reducir el diagnóstico tardío del VIH y erradicar la transmisión vertical, para ello debemos testear y tratar a las personas con VIH y reducir los desabastos, en la noción de que las personas indetectables no pueden transmitir el virus (I=I). Este continuo que inicia con la educación sexual integral, la oferta ampliada de servicios de salud sexual y prevención combinada, como también un tratamiento accesible y sostenible es lo único que cambiará la trayectoria del VIH.

La pandemia del VIH no ha perdido su carácter de amenaza para la salud pública y para las poblaciones clave y la aparición de otras epidemias y pandemias, sumado al impacto de las corrientes conservadoras y fanáticas anti derechos, solo nos aleja de las metas. Necesitamos que el tiempo se ponga del lado de la vida y romper con el silencio que es igual a la muerte.

El informe del secretario general “Garantizar una respuesta equitativa para poner fin a la pandemia de sida y acelerar el progreso de la salud mundial y los Objetivos de Desarrollo Sostenible” utilizado en la reciente revisión anual esta disponible en español en éste vínculo:  https://documents-dds-ny.un.org/doc/UNDOC/GEN/N23/129/92/PDF/N2312992.pdf?OpenElement

Acerca del autor

Javier Hourcade Bellocq

Editor responsable de Corresponsales Clave y Representante Regional de América Latina y el Caribe | Argentina
Organización:International HIV/AIDS Alliance

Javier Hourcade Bellocq es el Editor Responsable de Corresponsales Clave y trabaja en VIH desde 1987. Fue uno de los fundadores y el primer Secretario Regional de la Red Latinoamericana de Personas Viviendo con VIH (RedLa+). Desde 2003, Javier trabajó para la International HIV/AIDS Alliance (Frontline AIDS), primero como Oficial de Programas Senior a cargo del programa de la Alianza en Ecuador, y desde 2005 como Representante Regional para América Latina y el Caribe. Javier es miembro de la Delegación de las Comunidades de la Junta del Fondo Mundial y fue Miembro de la Junta del Fondo Mundial entre 2006 y 2009. Está basado en Buenos Aires, Argentina.

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