El año 2022 comenzó con una muy buena noticia en la respuesta a la tuberculosis en la frontera entre México y Estados Unidos. El albergue Las Memorias de Tijuana abrió una nueva ala de atención y aislamiento para personas con tuberculosis (TB) que permitirá mejorar la cobertura y calidad de las prestaciones que se ofrecen a las personas migrantes afectadas por esta enfermedad, en especial de quienes son deportados desde Estados Unidos.

Antonio Granillo, líder de Las Memorias, conversó con Corresponsales Clave respecto a este hito en una iniciativa que comenzó en 1999 para dar dignidad a las personas con VIH y TB, o que tienen esta coinfección. Recordó que Tijuana, en Baja California, tiene el primer lugar nacional en incidencia y mortalidad de tuberculosis por lo que contar con un solo espacio de aislamiento, necesario por la alta contagiosidad del bacilo, al menos hasta que el tratamiento empieza a surtir efecto, en el albergue, ya se había vuelto insuficiente.
Dijo que concretar la idea no fue fácil. Pasaron años de abogacía por todos los medios posibles: foros o medios de comunicación o correos a los grupos afines a ambos lados de la frontera. De parte del gobierno mexicano, recalcó, hubo “cero respuesta”. Esto cambió cuando comunidades cristianas estadounidenses decidieron apoyar el proyecto. “En el entendido que es justificado”, comentó Granillo, “iniciamos los trabajos de construcción de este; agregando que, siempre, en todos los trabajos, nuestros internos llevan a cabo la mano de obra total para cumplir el objetivo”.
Con gran satisfacción, el albergue Las Memorias pudo inaugurar recientemente esta nueva ala de atención en tuberculosis. El dirigente explicó que las dependencias cumplen con todas las normas mexicanas del programa de control de esta enfermedad y con los estándares necesarios para el sistema de aire de presión negativa y de filtros HEPA (que permiten remover partículas sub micrónicas como los virus).
De esta forma, Granillo, relató que el nuevo sector permite dar hospedaje, alimentación, medicamentos y todos los servicios básicos “de manera gratuita y con buena voluntad”. Acotó que los fármacos para la TB son entregados por el sistema público de salud, “los cuáles nosotros los damos de manera supervisada a las doce personas que están en fase intensiva y en fase de sostén que ya se encuentran en otros espacios”.

Explicó que la casa albergue también cuenta con un laboratorio para realizar diagnósticos de TB tanto con basiloscopía como con la técnica de PCR o GeneXpert. “De esta manera, agilizamos y hacemos diagnóstico temprano y tratamiento oportuno, esto por nuestros compañeros doctores y químicos farmacéuticos”, dijo. Esto no es menor, ya que, de la experiencia acumulada en estos 23 años de voluntariado, el 20 por ciento de todas las personas que ingresan al albergue tienen tuberculosis activa.
Antonio Granillo, enfatizó que en Las Memorias son una comunidad que vive, trabaja y duerme bajo el mismo techo. “Por consecuencia, cada uno tiene responsabilidades propias: cocina, farmacia, mantenimiento, seguridad, educación, trabajos externos para generar ingresos, cuidados especiales en el área de medicamentos, trabajos de pares en el área de mujeres, LGBTTIQ y niños, referencias a estancias de salud, y administración y procuración de fondos”, detalló.
Sin duda que el trabajo comunitario que realiza el equipo de Las Memorias es un ejemplo para toda América Latina, al dar acogida a personas que viven al margen y que, sin este acompañamiento, seguramente morirían en condiciones inhumanas. Más aún, en el contexto de las caravanas de personas migrantes y de las continuas violaciones a los derechos humanos en los procesos de deportación desde Estados Unidos a México.
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