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Del país de las Mises a la vulneración de los derechos de las migrantes venezolanas

La migración enfrenta a las mujeres y niñas venezolanas a situaciones que las colocan en vulnerabilidad, tanto en los países de tránsito como de acogida; una de estas es la hipersexualización que puede repercutir en la sexualización de la oferta laboral, la explotación sexual comercial, el feminicidio, la trata de personas, el sexo por supervivencia, entre otros.

Según las cifras de la Plataforma de coordinación para refugiados y migrantes  de Venezuela, para noviembre de 2020 habían salido de Venezuela 5,448,441 personas en calidad de migrantes, refugiados y solicitantes de asilo, aunque es importante destacar que la plataforma utiliza datos aportados por los gobiernos, por lo que solo se reconoce a personas venezolanas en situación regular, se estiman que son muchos más.

Imagen del Diario el Cooperante bajo el título “venezolanas en Colombia son víctimas de «violencia extrema»”

Como es sabido, esto ocurre por la crisis política, social, económica y de violación de los derechos humanos que atraviesa el país caribeño. Ampliamente se ha expuesto en este medio las implicaciones que esta migración ha tenido para la población venezolana y dentro de los países receptores. Sin embargo, es importante destacar que, en contextos de emergencias humanitarias, como es el caso de Venezuela, las mujeres y niñas sufren un impacto diferenciado y desproporcionado.

Según el informe “Mujeres al límite” de 2019, el colapso del sistema público de salud en Venezuela, la escasez de métodos anticonceptivos y los altos costos de aquellos que pueden encontrarse producen serias implicaciones en el disfrute de los derechos y la salud sexual y reproductiva de las mujeres venezolanas. Influyendo de manera directa en el aumento en la mortalidad materna, el embarazo adolescente y abortos inseguros asociados a embarazos no deseados.

A esto se le suma el hambre, la dificultad de acceder a servicios básicos en general, la imposibilidad de desarrollar una vida digna, entre otros; para que muchas mujeres, adolescentes y niñas se vean forzadas a salir del país, muchas de ellas embarazadas (para más información, vea la campaña #HuirMigrarParir) para luego enfrentarse con otras problemáticas que suman cada vez mayores factores de vulnerabilidad.

El estudio Reinventarse Sobre La Marcha: Mujeres Refugiadas Y Migrantes De Venezuela del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, revela que “mujeres embarazadas y niñas, minorías sexuales y personas viviendo con VIH han sido desplazados también por no contar con acceso a servicios de salud sexual y reproductiva” y en los países de tránsito y destino “se acentúan los riesgos particulares asociados a las violencias basadas en el género y la discriminación, como la violencia intrafamiliar y documental, la sexualización de la oferta laboral, la explotación sexual comercial, el feminicidio, la trata de personas, el sexo por supervivencia, la falta de acceso a salud sexual y reproductiva, a métodos de planificación familiar, etcétera”.

Foto del diario “La Verdad” cuyo título es “Venden en Perú lencería con comentarios xenofóbicos contra venezolanas”

Si bien el panorama en general es poco alentador, ha llamado la atención de diversas organizaciones que se abocan a los derechos humanos de las mujeres de manera particular la sexualización de las mujeres migrantes venezolanas, sobre todo en los países donde hay mayor cantidad de migrantes venezolanos en situación de vulnerabilidad como Colombia y Perú. La hipersexualización refiere a percepciones y estereotipos de mujeres migrantes latinoamericanas como mujeres exóticas y sensuales. Consideradas más bellas y voluminosas, con una tendencia natural al cuidado y al cariño. Esta situación genera imágenes estereotipadas y resalta a la mujer inmigrante venezolana en casos de prostitución, lo que las expone a mayor riesgo de acoso y abuso sexual en sus países de acogida, y trabajos altamente feminizados como el trabajo doméstico y de servicios al cliente, mientras las invisibiliza en otros sectores de la sociedad.

Para Magdymar León Torrealba, directora ejecutiva de la Asociación Venezolana Para Una Educación Sexual Alternativa, esta situación es propia de la migración vulnerable femenina. “La hipersexualización ahora es con las venezolanas, les pasó a las colombianas en su momento, a las dominicanas en su momento. Yo creo que tiene que ver con las mujeres vulnerables que comienza a crearse todo un imaginario que tiene que ver con la voluptuosidad, el miss universo, las mujeres bellas”, dijo en una entrevista realizada para Corresponsales Clave,

La Comisión para los derechos humanos del Estado Zulia, en Venezuela, concuerda con esta idea y señala que “la realidad es que, para las mujeres, todo es más difícil y en una situación de vulnerabilidad, estamos más expuestas a que las personas se aprovechen de nosotros. Esto, junto con la antigua y ampliamente conocida narrativa de las bellezas locales como producto de exportación, ha alimentado el problema y ha facilitado las violaciones cometidas contra los derechos de nuestras niñas y mujeres”.

Esta situación se acentúa por el factor de regularidad en los países de acogida. El hecho de no tener la documentación requerida pone a las mujeres dentro de un contexto donde las posibilidades de escoger un trabajo mejor remunerado o con beneficios sociales, tanto en la realidad como en la aspiración, se hace cuesta arriba. Frente al tema, León afirma: “Tiene que ver con la idea de las mujeres, pero también los migrantes en general que están en situación irregular, que tiene que ver con pensar que no son sujeto de derecho. Es como si hubiesen perdido la posibilidad de buscar ayuda, colocar una denuncia, el miedo a que la denuncia resulte en la devolución al país. Tiene que ver con la idea de que no eres ciudadano y que, por tanto, no tienes derechos. Esto se suma a otros elementos culturales como que estoy en la prostitución, estoy haciendo esto o lo otro. Sin pensar que una cosa lleva a la otra; bastante se ha estudiado como la situación de irregularidad lleva a trabajos precarizados”.

El contexto y los medios de comunicación, que muchas veces ponen el acento en supuestos aspectos físicos y actitudinales estereotipados, afianzan estas ideas que limitan a muchas mujeres que migran en la búsqueda de un futuro mejor para ellos y sus familias. Adicionalmente, el covid – 19 y las restricciones de movilidad relacionadas han llevado a un aumento en todas las formas de violencia y riesgos de protección para las mujeres venezolanas en toda la región.

Poder posibilitar mayores oportunidades para las mujeres y niñas venezolanas que migran, pasa por visibilizar sus problemáticas particulares y no contribuir a que se afiancen estas ideas estereotipadas sobre sus cuerpos, sus características y formas de vida. Reconocer su diversidad y brindar un espacio seguro es responsabilidad de todos y todas.

País: Venezuela

Acerca del autor

Constanza Armas

Psicóloga | Argentina
Organización:

Soy venezolana, migrante, feminista. Creo que la participación en los temas públicos de la sociedad civil organizada son la clave para una democracia verdadera. Creo en la libertad, por eso soy activista por los derechos humanos. Creo que todxs merecemos ser nombradxs, por eso intento tener mirada de género. Soy una indignada por los crímenes de lesa humanidad que ocurren desde hace años en Venezuela. Desde estos lugares escribo.

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