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Retomar el camino hacia la eliminación de la malaria

Honduras es uno de los países afectados por la malaria en América Latina. Con más de dos mil casos reportados, el país busca eliminar la malaria para el 2030 con un trabajo sostenido desde la comunidad y con el apoyo financiero del Fondo Mundial. Identificar las necesidades y proponer acciones para atenderlas fue el primer paso.

“Es tiempo de alcanzar cero casos de malaria: invertir, innovar, implementar” es el lema del Día Mundial de la Malaria este 2023 y Roll Back Malaria ha destacado la importancia de hacer acciones urgentes para asegurar que las inversiones realizadas puedan alcanzar el máximo impacto y poner fin a la malaria.

En esta línea, las organizaciones comunitarias hondureñas, bajo el liderazgo de Liga de la Lactancia Materna, se unieron para identificar sus principales necesidades percibidas y esbozar acciones para atenderlas con la asistencia técnica de Icaso y la Iniciativa Estratégica de Participación Comunitaria del Fondo Mundial.

Si bien en la Región de las Américas, la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificó la eliminación del paludismo en Paraguay en 2018, en Argentina en 2019, en El Salvador en el año 2021 y Belice ha mantenido cero casos autóctonos por tercer año consecutivo en 2021. Otros países deben continuar con una respuesta que permita poner fin a la malaria para el 2030; tal es la situación de Honduras.

En este país centroamericano, el deficiente acceso a los servicios de salud de la etnia misquito que habita en el Departamento Gracias a Dios, en la zona caribeña contribuye a mantener una incidencia nacional elevada que en los años de pandemia se quintuplicó, pasando de 444 casos en 2019 a 2290 en 2021; la gran mayoría de ellos, 9 de cada 10, provienen de la comunidad mencionada.

Entre las razones que impactan la respuesta en esta región hondureña, destacan la deficiente logística y la baja calidad de los servicios de prevención y control en 18 focos activos dispersos en toda el área, que afectan a más de 129 mil habitantes. Otro sector fuertemente afectado es la zona de las Islas de la Bahía, precisamente por el intercambio económico con la zona de la Mosquitia.

En este contexto, los primeros meses de 2023, Rosa Gonzales y Alejandro Uriza, consultores a cargo de la asistencia técnica, se reunieron en múltiples ocasiones con las comunidades para, luego de precisar las necesidades y las respuestas requeridas, priorizarlas de acuerdo a diversos criterios, de manera tal que puedan ser incluidas en la subvención del Fondo Mundial.

Es importante destacar que la respuesta comunitaria a la malaria en Honduras se centra en las acciones de los colaboradores voluntarios, conocidos como COLVOL, son personas de las comunidades que proveen consejería y atención de primeros auxilios a las personas de la comunidad. Por ello, según la información facilitada por Gonzales y Uriza, las necesidades e intervenciones priorizadas para la respuesta se orientan principalmente a fortalecer a estos colaboradores, entre ellas: dotarles de botiquines que cubran síntomas básicos de infecciones diarreicas, así como anticonceptivos, condones y otros insumos, que puedan servir para atender otras necesidades básicas de la población; apoyo técnico de la Secretaría de Salud para las actividades con la comunidad; capacitaciones constantes en el manejo de la malaria y equipamiento para el trabajo en comunidad (chalecos, botas, entre otros); además de ampliar la red de Colaboradores voluntarios.

Entre otras prioridades identificadas, la comunidad señaló la importancia de una estrategia de comunicación intercultural con los grupos garífunas y misquitos, aumentar el personal técnico de laboratorio para las zonas afectadas; fortalecer la gestión de la limpieza y el manejo de residuos sólidos y aguas residuales; aumentar la disponibilidad de mosquiteros tratados y fomentar su uso entre la población; así como fortalecer las estrategias de testeo temprano, la vinculación rápida a los centros de referencia para la confirmación del diagnóstico y el tratamiento.

En conversación con los consultores, les pedimos identificar el mayor desafío en este proceso de identificación de necesidades para la respuesta a la malaria y señalaron que el débil tejido social y engranaje de las organizaciones comunitarias limitó la participación de otros actores sociales, más allá de los colaboradores voluntarios que están directamente involucrados en la respuesta, líderes comunitarios comprometidos y que, aunque son asociados a la estructura operativa del Ministerio de Salud por parte de la comunidad, no son percibidos como tales desde el personal técnico y las autoridades. El idioma y la identificación de intérpretes misquitos también fue una gran dificultad para trabajar con algunas comunidades.

En este contexto, de acuerdo a Uriza y Gonzales, el rol de la organización social local, la Liga de la Lactancia Materna, fue clave para alcanzar los resultados, respetando y adaptándose a la dinámica local y facilitando intérpretes locales para superar posibles barreras de comunicación con representantes de las comunidades misquitas.

El mensaje del Día Mundial de la malaria para este año ha sido claro: Invertir, innovar e implementar para lograr cero casos de malaria en el 2030. Conocer las necesidades locales y qué acciones realizar para abordarlas es el primer paso y Honduras se encaminó hacia las metas. Los siguientes pasos serán la inversión oportuna y adecuada, tanto del Estado hondureño como de las agencias de cooperación, en la que el Fondo Mundial juega un rol importante, y la implementación adecuada para revertir el incremento de los casos en los años recientes.

País: Honduras

Acerca del autor

Lídice López Tocón

VIH y Derechos Humanos | Perú
Organización: Corresponsales Clave

Licenciada en Psicología Social y con una fuerte vocación de comunicar la situación de la respuesta al VIH y en derechos humanos de las personas más marginalizadas en América Latina y el Caribe.

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