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Tratado para las pandemias OMS CA+

En estos días, y en la coyuntura de la Reunión de Alto Nivel (HLM por sus siglas en Inglés) sobre Prevención, Preparación y Respuesta a las pandemias (PPR por su siglas en Inglés), la Organización Mundial de la Salud (OMS) junto con diversos actores se encuentran negociando un “tratado sobre pandemias global de la OMS”. En seguimiento a la decisión de la Asamblea Mundial de la Salud, que, en plena pandemia, 2021, crea el Órgano Intergubernamental de negociación (INB por sus siglas en inglés).

La visión sobre este proceso está polarizada. Por un lado, hay una mirada optimista sobre el acuerdo y su potencial operacionalización, y otros creemos que es un ejercicio de política sanitaria global que producirá un documento sin valor práctico alguno.

¿Qué hemos aprendido de la Pandemia de la COVID-19, que aún no ha terminado?

En principio, cuando una enfermedad letal toca las puertas y mata un número significativo de la población en los países ricos, se instaura la lógica de “la solidaridad bien entendida empieza por casa” y se acaba todo lo concerniente con la salud y solidaridad global. Al extremo que muchos países se abastecen de vacunas y antivirales que luego deberán destruir porque se vencen en un depósito. Estas son decisiones sanitarias y políticas internas y ningún tratado internacional va a cambiar cómo los países responden a una amenaza de las proporciones del COVID-19.

El tratado de las pandemias de la OMS es una declaración de buenas intenciones, ya que no es vinculante. Cada país es independiente, soberano y el futuro honrar o no un acuerdo, no es un imperativo ético, sino una decisión práctica. Como tampoco se cumple el ya antiguo Reglamento Sanitario Internacional.

El primer borrador del tratado resalta el costo en vidas y recursos catastróficos responsabilidad de las naciones ricas que acapararon vacunas, antivirales y equipo de protección personal. Creemos que unos papeles firmados, quizás en septiembre cambiarán esto. Por defecto, hay una tecnocracia internacional de los Estados Miembro de la ONU, muchos con experiencia y dominio de crisis sanitarias transnacionales, pero las decisiones nacionales la deciden los Ministerios de Salud (y no de Desarrollo), cuyo foco es la salud de los ciudadanos del país donde habitan.

 Codicia versus equidad

El sector privado, no sólo las empresas farmacéuticas, sino aquellas que fabrican insumos, proveen logística, entre otros, se hicieron millonarios en los últimos dos años, en proporciones similares a los beneficios que las guerras dan al sector privado. En el artículo 10 del borrador, las empresas se comprometen a proveer a la OMS de un 20% de los productos necesarios en la próxima pandemia. Diez por ciento para su distribución gratuita y diez por ciento para su venta a precios asequibles.

No hace mucho, el mundo, rico y pobre, enfrentó el desafío de acceder a vacunas, oxígeno, antivirales, equipos de protección personal, pruebas diagnósticas, entre otros insumos. El mundo en situación de pobreza y endeudamiento es mucho más grande que el rico ¿qué impacto va a tener una OMS con un 20% de insumos para los países en vías de desarrollo durante una emergencia? Esto demuestra una mirada política del mundo desarrollado dónde si yo tengo la patente y fabrico una vacuna que pueda salvar vidas en una futura pandemia, de cada diez personas, ocho de los vivirán o se salvarán habitarán en los países más desarrollados, uno en los más pobres y uno en los de renta media con alguna posibilidad de comprar. ¿Esa es la visión y los valores éticos sobre la equidad que promueve el acuerdo pandémico, OMS y INB?

También se suma la posibilidad de compartir tecnología y buenas prácticas de manufactura de los países hoy productores a los países compradores en vías de desarrollo. Una noble aclaración de principios, pues en la mayoría de los países en vías de desarrollo no hay capacidad instalada para poder producir lo necesario en un breve lapso; y otros son naciones pequeñas, incluyendo islas, en las que no tiene sentido intentar producir localmente. Alcanzar la soberanía sanitaria viene siendo, aún antes del COVID-19, una prioridad en la agenda, pero esta se logra con estados comprometidos con la salud y la sostenibilidad, y estos son “rara avis”.

En términos de preparación para futuras pandemia, la inversión de un 5% del presupuesto nacional del país es significativa, pero para la mayoría de los países pobres, en caso de que lo hicieran resultan sumas exiguas.

El tratado abunda de una narrativa de equidad y cooperación, lo que omite categóricamente es los cómo. El mundo aún no ha visto la equidad y la cooperación en los momentos más graves de la pandemia y siendo un acuerdo no vinculante no se puede exigir su cumplimiento, discutir sanciones por su incumplimiento, entre otros. En “tiempos de paz” los países ricos invierten en la salud global por medio de las organizaciones sanitarias globales, como el Fondo Mundial, OMS o GAVI, pero cuando las enfermedades tocan la puerta, están en traspatio, la inversión queda en el país.

El borrador del Tratado de las Pandemias es una declaración de compromiso y buena voluntad pero sin un mecanismo de rendición de cuentas, este documento que requerirá largas horas de negociación, será tan sólo una declaración de buenas intenciones.

Les invitamos a leer un artículo publicado por The Lancet Global Health que inspiró muchas de estas reflexiones  en este vínculo: https://docs.google.com/document/d/16QxhiNF3xJuNJTTS59777GMD9oQEEo9Xg7SzSubGW50/edit?usp=sharing

 

País: Internacional

Acerca del autor

Javier Hourcade Bellocq

Editor responsable de Corresponsales Clave y Representante Regional de América Latina y el Caribe | Argentina
Organización:International HIV/AIDS Alliance

Javier Hourcade Bellocq es el Editor Responsable de Corresponsales Clave y trabaja en VIH desde 1987. Fue uno de los fundadores y el primer Secretario Regional de la Red Latinoamericana de Personas Viviendo con VIH (RedLa+). Desde 2003, Javier trabajó para la International HIV/AIDS Alliance (Frontline AIDS), primero como Oficial de Programas Senior a cargo del programa de la Alianza en Ecuador, y desde 2005 como Representante Regional para América Latina y el Caribe. Javier es miembro de la Delegación de las Comunidades de la Junta del Fondo Mundial y fue Miembro de la Junta del Fondo Mundial entre 2006 y 2009. Está basado en Buenos Aires, Argentina.

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