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Que las comunidades lideren

Este 28 de noviembre, con motivo del día mundial del sida, el Programa Conjunto de Naciones Unidas contra el sida (ONUSIDA) presentó el informe anual titulado “que las comunidades lideren”. De esta manera, ONUSIDA reconoce y celebra el liderazgo comunitario y ofrece reflexiones sobre cómo, con frecuencia, las organizaciones lideradas por la comunidad no son reconocidas, carecen de recursos suficientes y, en algunos contextos, incluso son atacadas.

La directora ejecutiva de ONUSIDA, Winnie Byanyima afirma en el escrito que “las pruebas del nuevo Informe del Día Mundial del SIDA son muy claras: las comunidades desempeñan un papel fundamental a la hora de conectar a las personas en general y a los grupos de población clave más afectados por la enfermedad en particular, con servicios sanitarios de VIH y de apoyo. La innovación y la determinación de las comunidades mejoran el acceso y la calidad de los servicios. Las comunidades han creado un movimiento inspirador para el cambio. También han ayudado a hacer frente a otras pandemias, incluida la de COVID-19”.

Podríamos distinguir tres elementos claves del informe que describen aspectos relacionados con la historia, la actualidad y el futuro de la respuesta liderada por la comunidad: 

  1. MIPA, la Mayor Participación de las personas viviendo con VIH (PVVS) y Poblaciones Clave

La articulación para responder eficazmente al VIH/sida, ha sido un aspecto único de la respuesta comunitaria. Se requiere de la más significativa participación de las PVVS y las poblaciones clave en el diseño, implementación y evaluación de todos los programas, proyectos e intervenciones. Este principio data de mediados de los noventa y ha sido un requisito mínimo en la respuesta, al principio para las personas con el virus para luego extenderse a todas las poblaciones clave y vulnerables al VIH.

Sin embargo, la realización de este principio es dispareja, pues depende mucho del compromiso y la decisión política de los gobiernos y sus programas técnicos para lograr mantenerse. Por un lado, tenemos muchas iniciativas sanitarias internacionales que cuentan con la sociedad civil y las comunidades, por mencionar el ejemplo del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria (Fondo Mundial). Este mecanismo toma en cuenta a las organizaciones de la sociedad civil y las comunidades en todos los niveles de la organización, desde la Junta de Gobierno Global hasta los Mecanismo coordinadores de país (MCP). Es probable, para aquellos países que transaccionan fuera del fondo, lograr mantener espacios clave como los MCP y las asignaciones presupuestarias para la sociedad civil, las redes y las organizaciones comunitarias.

  1. Una respuesta comunitaria de pobre inversión

Uno de los desafíos de la respuesta liderada por las comunidades es el acceso a los recursos financieros necesarios y previsibles para operar en los países y las regiones. Hace más de dos décadas, el Fondo Mundial y, más recientemente, el Plan de Emergencia del presidente de los Estados Unidos para el Alivio del SIDA (PEPFAR por sus siglas en inglés) han sido las principales fuentes de financiación de las organizaciones lideradas por la comunidad.

En la actualidad la inversión del Fondo Mundial se ha reorientado a objetivos programáticos específicos, como por ejemplo la contratación social y la financiación basada en resultados, una nueva forma de pago a destajo que le garantiza al Fondo y a sus receptores principales, evitarse la gestión de pequeñas subvenciones.

Lamentablemente, esta proyectización y mercantilización de la respuesta liderada por la comunidad, la debilita. Ahora menos que nunca hay recursos asignados para la veeduría, el monitoreo y el control, sumado a la cada vez más limitada inversión en incidencia política o abogacía. Este abordaje, quizás más eficiente en el corto plazo, condena a las organizaciones comunitarias a su posible extinción sea por un cambio programático o el cierre de una subvención.

No esta demás recordar que el Fondo, PEPFAR, ONUSIDA y donantes bilaterales introdujeron el fortalecimiento de los sistemas comunitarios y el monitoreo liderado por la comunidad, como una forma de robustecer a los sistemas de salud. Sí este abordaje de control comunitario se utiliza como intervenciones de un proyecto, pierde su esencia de ser una herramienta clave que informe la veeduría y la incidencia. Hay una retracción de la inversión global en la sociedad civil y las comunidades, su impacto se siente más aún en aquellos países donde la epidemia se encuentra concentrada y de menor prioridad para los mecanismos financieros.

  1. La pandemia del odio

Hemos reflexionado en este espacio sobre el creciente movimiento anti-derechos y anti-géneros que golpea tanto a la respuesta del VIH como al trabajo en derechos sexuales y salud reproductiva. Estos movimientos se encuentran muy bien financiados, en muchos casos su perfil está vinculado con una o más iglesias protestantes fundamentalistas. Ya hoy vemos el “ADN” de este fenómeno en nuestros gobiernos, parlamentos e iglesias, con el poder de movilizar mucho dinero del diezmo y de los mismos donantes que financian la lucha contra el VIH/sida (más información aquí).

Promover la discriminación y criminalización de la comunidad LGTBIQ+ y otros hombres que tienen sexo con hombre (HSH), de las trabajadoras sexuales, de las personas que usan drogas, no solo violenta los derechos humanos, sino que también, levanta grandes muros entre los servicios y estas poblaciones. En esto medios hostiles, es muy difícil promover un dramático incremento de cobertura de las pruebas de VIH, los condones y lubricantes, la PrEP, la PeP y otras intervenciones de prevención combinada. Hoy no sabemos cómo va a progresar este fenómeno global, pero ya podemos empezar a tener una idea de su impacto programático en reducir el número de nuevas infecciones.

En conexión con lo planteado el informe de ONUSIDA para este día mundial concluye con tres recomendaciones:

  • Hacer que el liderazgo de las comunidades ocupe un lugar central en la formulación, presupuestación, ejecución, seguimiento y evaluación de todos los planes, políticas y programas que les afecten y que repercutan en la respuesta al VIH.
  • Proporcionar urgentemente de los recursos básicos plurianuales adicionales para los programas sobre el VIH dirigidos por las comunidades, de modo que puedan ampliarse y que las personas que los ejecuten puedan recibir el apoyo y la remuneración adecuados.
  • Eliminar las barreras al liderazgo comunitario. Es necesario defender los derechos humanos de las mujeres, las adolescentes y las personas pertenecientes a poblaciones clave. Igualmente, es apremiante eliminar las leyes punitivas que obstaculizan el acceso a los espacios de salud a las personas LGBTQI, los profesionales del sexo, los consumidores de drogas y las personas de otras comunidades marginadas.

La respuesta al VIH/sida enfrenta un punto de inflexión, dónde lejos de haber una mayor inversión dirigida a la respuesta liderada por la comunidad, seguiremos viendo una merma, en un contexto muy poco amigable para las poblaciones clave. El informe anual de ONUSIDA es una cuidada y curada colección de todo lo que necesitamos que Naciones Unidas diga para respaldar nuestro trabajo y liderazgo. La pregunta es ¿cómo traducimos esto en nuestras realidades? Esto excede a ONUSIDA, forma parte de nuestro trabajo nacional. Apoyar, involucrar y financiar a la respuesta liderada por la comunidad no solo es lo más eficiente y eficaz, sino es hacer lo correcto.

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País: Internacional

Acerca del autor

Javier Hourcade Bellocq

Editor responsable de Corresponsales Clave y Representante Regional de América Latina y el Caribe | Argentina
Organización:International HIV/AIDS Alliance

Javier Hourcade Bellocq es el Editor Responsable de Corresponsales Clave y trabaja en VIH desde 1987. Fue uno de los fundadores y el primer Secretario Regional de la Red Latinoamericana de Personas Viviendo con VIH (RedLa+). Desde 2003, Javier trabajó para la International HIV/AIDS Alliance (Frontline AIDS), primero como Oficial de Programas Senior a cargo del programa de la Alianza en Ecuador, y desde 2005 como Representante Regional para América Latina y el Caribe. Javier es miembro de la Delegación de las Comunidades de la Junta del Fondo Mundial y fue Miembro de la Junta del Fondo Mundial entre 2006 y 2009. Está basado en Buenos Aires, Argentina.

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